En la capilla de los Mártires, anexa a la iglesia parroquial de San Pedro, en la Pola, un relieve en piedra representa a San Sebastián, un mártir cristiano de la época tardoromana. Se sabe que, en realidad, no murió por las flechas que ordenaron descargar sobre él quienes le condenaron por su fe, pues fue curado de las heridas y fallecería más tarde, también por sus creencias religiosas, pero apaleado y apedreado por mandato del emperador Diocleciano. Esta historia parece clara, pero lo que sigue siendo un misterio es el origen de la placa pétrea que recuerda la escena del santo aseteado y del verdugo portando un arco (casi imperceptible por el paso del tiempo) y que hoy luce en el pequeño templo poleso. De talla muy tosca, sobre su procedencia y datación no hay unanimidad. Algunos han apuntado durante muchos años que podría ser del siglo X, si bien otros estudios bien fundamentados plantean una fecha muy posterior, el siglo XVI.

Al indagar sobre este relieve, se encuentra una historia dentro de la que hay otras muchas. Porque incluso hay una poco conocida sobre el modo en que fue encontrado y que rememora alguien con amplio conocimiento del devenir histórico de la Pola y cuya identidad se prefiere mantener a resguardo. “A mediados de la segunda mitad del siglo pasado, el Ayuntamiento sacó a subasta ese terreno anexo a la iglesia parroquial de San Pedro y fue adquirido por particulares. Antes de que se construyera el edificio de viviendas que también alberga un café en el bajo, hubo a quien le dio por tirar de fesoria en la tierra de la finca. Aparecieron huesos y también el famoso relieve. Hubiera acabado en la basura si no fuera porque lo rescató un vecino y en una de aquellas ‘rebotiques’, que eran reuniones de gente con inquietudes de la localidad, este vecino se lo dio al cura. De aquella era párroco Carlos Sánchez Martino, un hombre muy culto, que sobre mediados de los años 70 del pasado siglo hace toda la obra de detrás de la iglesia actual, con la capilla, y lo coloca en el altar”, cuenta alguien sabedor de cómo sucedió el hallazgo.

El párroco Fermín Riaño (izquierda) y el cronista oficial de Siero, Juan José Domínguez, señalando la placa.

Que apareciesen huesos era lógico teniendo en cuenta que la finca en cuestión formó parte del ámbito que durante siglos constituyó el complejo de edificaciones de carácter religioso o de hospicio, vinculadas a peregrinajes, en el entorno el área actual de la iglesia de San Pedro, donde también hubo enterramientos. El párroco actual de San Pedro, Fermín Riaño, da unas pinceladas acerca de lo que conoce sobre el posible origen del relieve, aunque con prudencia, “pues eso corresponde a expertos”.

El primer dato que tenemos sobre un hospital en esta zona data del 28 de febrero de 1141, donde una señora, María Ordóñez, dona al monasterio de San Vicente de Oviedo unos terrenos que serían los que hoy utiliza esta zona de la parroquia de Pola y sus alrededores. Los dona para un hospital de pobres. Estamos en 1141 y hay un gran flujo de gente a la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo, donde se guardan las reliquias gracias a personas piadosas que las llevan en un caminar hacia esa catedral. Esta mujer hace un hospital por ello en una época además con enfermedades como la lepra extendidas. Hay luego otra fecha, 14 de agosto de 1270, en que se menciona un albergue, la llamada Alberguería de San Pedro. Y posteriormente, otra, el año 1330, en que ahí se hace el primer hospital de peregrinos de toda la costa cantábrica. Y esta placa de piedra se relaciona con esas edificaciones, con el pórtico de la capilla de este antiguo hospital”, señala el párroco.

La capilla de los Mártires, anexa a la iglesia parroquial de la Pola, donde se observa, al fondo, el punto exacto donde está ubicado el relieve.

Aunque hay publicaciones que datan el origen del relieve en el siglo X –así figura en la información que ofrece la propia página web del Ayuntamiento de Siero–, el arqueólogo Fructuoso Díaz, en un artículo de 2017 en la revista Nailos, de la Asociación de Profesionales independientes de la Arqueología de Asturias, realiza una exposición argumentada que sitúa la placa pétrea muchísimo más adelante, en el siglo XVI.

Titulado “Las estelas funerarias inéditas de la iglesia de San Pedro en el contexto de la historia de las necrópolis de esta villa”, el texto señala, entre otras cosas, lo siguiente: “Las estelas fueron seleccionadas entre los restantes materiales de construcción que se encontraban alrededor de la iglesia por el párroco de la Pola, Carlos Sánchez Martino (…) No cabe duda de que conocía el valor de las piezas y su importancia y por ese motivo las incorporó a la obra de la capilla de los Mártires, al igual que hizo con la placa de piedra que representa el martirio de San Sebastián, descrita por Ciriaco Miguel Vigil, que preside en la actualidad el altar mayor de esta, y que se encontraba en el pórtico de la capilla del antiguo hospital (…) La placa puede fecharse en el siglo XVI o XVII, pues la cofradía de los mártires debió de fundarse a finales del siglo XVI (…) No se trata por lo tanto de una pieza altomedieval, como la consideró Ciriaco Miguel Vigil”.

El relieve en piedra que se guarda en la capilla de la Pola

Son más autores los que no la consideran una pieza medieval, aunque la tosquedad de la talla lleve a equívocos. Algunos estudiosos ponen como ejemplo que César García de Castro, arqueólogo del Museo Arqueológico de Asturias y uno de los mayores expertos en esta materia en la región, no la considera de esa época y no la incluye en su estudio sobre la Arqueología cristiana en Asturias.