La Nueva España de Siero

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Las grietas también salen ahora en las nuevas viviendas sociales de Pumarabule

“Y todavía nos piden que paguemos”, dicen los vecinos que necesitan realojo, que advierten de los desperfectos que ya hay en estas promociones

Por la izquierda, Celso Ornia, Covadonga Martínez y Aidé Sierra, ayer, junto a una de las grietas de las nuevas viviendas de Pumarabule. A. Illescas

Una serie de grietas han aparecido en las nuevas viviendas sociales de Pumarabule, en Carbayín, destinadas a realojar a los vecinos que, precisamente, necesitan nuevo domicilio por las graves deficiencias estructurales de los bloques en los que residían y que compraron en su momento al Estado o a la sociedad Vipasa. Los que deberían mudarse a los inmuebles construidos para esos realojos se muestran indignados al ver “que el nuevo bloque está mal rematado y tiene algunas grietas”. Máxime, cuando el Principado les solicita que la adquieran “a precio de mercado, con la única contraprestación de pagarnos lo que valen las nuestras ahora mismo y que se encuentran en estado de ruina”.

Los principales defectos que presentan las nuevas viviendas, aún pendientes de inquilinos, se encuentran a la altura de los portales, en las fachadas laterales: “No es que se vaya a venir abajo la estructura, pero esas hileras de ladrillos sí. Además, en una zona hay humedades, que parecen debidas a una tubería”, lamentan los residentes en la localidad sierense.

Una docena de ellos se han agrupado en un colectivo para solicitar al Principado que reconsidere las condiciones de acceso a las nuevas viviendas. Las suyas, en su mayoría heredadas de familiares que las compraron al Estado a partir de los años 60 del siglo pasado, están declaradas en ruina y seguramente no podrán “seguir viviendo en ellas porque los propietarios no disponemos de dinero para asumir los arreglos que nos exigirán”.

Tres de los miembros de este grupo, Celso Ornia, Covadonga Martínez y Aidé Sierra, cuentan la tesitura en la que se encuentran. El primero alquiló un domicilio en la barriada en 1990 y se lo compró a Vipasa en 2003. Con una discapacidad del 60 por ciento, una hija y una pensión tras tener que retirarse como electricista, ha tenido que hacer frente a “muchas reparaciones importantes en casa por culpa de las grietas”.

Por la izquierda, Celso Ornia, Covadonga Martínez y Aidé Sierra, ayer, ante los nuevos edificios

Ahora, aunque cree que podrá asumirlo, pide que lo único que les hagan pagar para optar al realojo sean “las mejoras que tengan estas viviendas respecto a las otras”, es decir, “el ascensor y cosas de este tipo”. Sabe que, de quedarse en su actual vivienda, tendrán que “cambiar la caja de la escalera, que está apuntalada y serán por lo menos 20.000 euros”.

Más difícil lo tiene Martínez: ella nació en la barriada y vio como las grietas aparecían, complicándole la vida. Ahora, a sus 52 años, vive con su marido que padece enfermedades graves, retirado con una minusvalía y una pequeña paga: “Si tengo que pagar 50.000 euros por estos pisos no puedo. El banco no me va a dar el préstamo. Y, si me quedo en esta vivienda, nos acabarán desahuciando por su mal estado y me veo en una tienda de campaña”, resume.

Sierra es la más veterana, nació en Pumarabule, en la casa de sus padres y, cuando se casó, compró otro inmueble en la barriada: “Llevo una vida con este problema. Tuvimos que pagar hasta el derribo de los sótanos y ahora esto”, explica.

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