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El IES de La Fresneda lucha contra la brecha de género en las carreras tecnológicas

El centro educativo acoge un programa de la Federación Asturiana de Empresarios para animar a las chicas a estudiar ingenierías o matemáticas

Asistentes a la sesión para fomentar el acceso femenino a las carreras científicas y técnicas. | I. G.

Jimena Menéndez está sentada en su aula, mientras a escasos metros de ella, en la sala de al lado, se desarrolla una actividad promovida por la Federación Asturiana de Empresarios (FADE) en relación al uso de las nuevas tecnologías y el empleo en estas ramas. Jimena también está participando, pero a través de una retransmisión en directo de la actividad. “Es un poco raro tener que quedarnos aquí. Si tenemos una pregunta, suponemos que se lo diremos al profesor y que él irá hasta allí”, cuenta esta alumna de primer curso de Secundaria del IES de La Fresneda.

A la actividad a la que está acudiendo es un proyecto de la federación empresarial para promover las carreras científico-técnicas “del mañana” –como, por ejemplo, ingenierías o matemáticas– entre el alumnado, pero sobre todo, entre las mujeres, que son las que más escasean en estos ámbitos. “Está orientado a visualizar modelos femeninos, porque hay una brecha de género importante en ese tipo de grados”, cuenta Carolina Álvarez, técnico y promotora de la actividad. Lo pone en cifras. “En informática del software se graduaron solo seis chicas. En ciclos formativos de grado medio el número de mujeres ronda el 39 por ciento, mientras que en los más industriales solo hay un 4 por ciento. En grado superior hay un 41 por ciento de mujeres y, sin embargo, solo un 13 por ciento en temas de tecnología e informática.”. De ahí que durante varias semanas tendrán que trabajar en un proyecto sobre esta situación y grabar un vídeo como conclusión, que presentarán el día 26 en el espacio “Circus” de Oviedo.

Las razones que esgrimen desde la FADE apuntan a “la falta de referentes”, mientras que la profesora de la materia en el centro, Rosana Álvarez, va más allá. “Es un problema de base, porque la tecnología empieza a ser voluntaria y entonces es complicado que hagan una ingeniería cuando la tecnología en los centros educativos casi no se ve”, señala. Ella es un caso “raro”, porque estudió biología y se especializó en bioquímica, pero se dio cuenta de que lo que le gustaba era “montar y desmontar cosas”. Por eso, si hubiera sabido en qué consistía una ingeniería, probablemente hubiera orientado sus estudios desde el primer momento hacia ese ámbito.

La “rareza” forma parte de las propias dinámicas del centro. Allí no usan libros, deja muy claro Jimena, sino que están acostumbrándose a usar dispositivos tecnológicos. A veces, confiesa Rodrigo Martínez, compañero de Jimena, les parece un poco difícil, pero que les gusta mucho trabajar por proyectos y las sillas nuevas, que acaban de llegar al instituto. Todavía quedan los pupitres, pero poco a poco se van despidiendo.

Además, tienen clases donde los alumnos se sientan en el suelo o con varios profesores de manera multidisciplinar. Por ejemplo, estudiaron la erupción de La Palma desde muchos enfoques. Así, observaron los movimientos de las placas tectónicas del suelo en biología, revisaron los meridianos en geografía o calcularon la pendiente de los volcanes en matemáticas. “Con los huesos y los músculos en biología, también explicamos las palancas”, indica la profesora de tecnología.

Entre manos también tienen muchos proyectos, sin incumplir el currículum académico. Lo único que varía en el Instituto de la Fresneda es la forma de trabajar. Ahora, durante dos semanas, estarán centrados en la propuesta de FADE, en la que participan también alumnado de la IES La Ería de Oviedo y del gijonés Corazón de María. Será íntegramente desarrollado por los jóvenes, bajo la atenta mirada del profesorado. “Queremos que ellos sean los que piensen, que sean los ciudadanos del mañana”, concluye uno de los profesores del centro al despedirse.

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