La Nueva España de Siero

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Lugones, a la sombra del volcán

La sierense Zaira Llano, en La Palma desde 2010, lanza un mensaje de “tranquilidad” pese a la situación de la isla

Zaira Llano, ayer, en La Palma. | R. A. I.

Una joven de Lugones llegó a la isla canaria de La Palma en 2010, después de superar una oposición de Correos. Esperaba volver pronto a Asturias, pero no encontrarse “con una erupción volcánica a 20 kilómetros de casa”. La de Zaira Llano es una historia de imponderables, aunque feliz y tranquila. Así lo transmite ella, a pesar del alarmismo generado por el fenómeno natural: “Aquí estamos tranquilos, aunque, con lo que se transmite, es normal que la gente piense que el volcán estalló en medio del salón de mi casa”.

Natural de Lugones, empezó en 2006 “a trabajar como eventual en Correos”. Sin embargo, en vista de que “era imposible consolidar la plaza en Asturias”, pensó que lo mejor sería “estar un par de años fuera y luego volver”.

Pero incumplió rápidamente sus propios plazos. Para empezar, estuvo “cuatro años en Tenerife”. En 2009, logró aprobar la oposición y, ya en 2010, se mudó a La Palma, donde lleva “la dirección de una oficina en la zona norte”.

Once años después, allí sigue. “Quiero volver, es algo que tengo en mente, pero al tener un puesto intermedio, no hay concursos de traslado”, resume. Resultado: que le ha tocado vivir la erupción del volcán de Cumbre Vieja.

Curiosamente, no es su primera “catástrofe natural”. En 2012 le pilló un huracán en Santiago de Cuba, “justo por donde tocó tierra”, y fue “terrible”. En esta ocasión, la catástrofe la ha cogido en el noroeste de la isla canaria, en un punto alejado de la erupción. “Todo empezó el día 11 con seísmos, aunque aquí no se notaron tanto los movimientos de tierra”.

Recuerda que fue “una semana convulsa”, ya que debía acudir a la oposición de Correos en Tenerife. “Estaba en casa y a las tres y doce minutos ya salió en redes sociales que el volcán había reventado”. Una situación que describe como “desconcertante, ya que no te erupciona un volcán a 20 kilómetros de casa todos los días”.

Su labor como liberada sindical consiste en ir visitando “a los compañeros que trabajan en los centros de Correos y atender sus cuestiones”. Por tanto, su primera reacción fue “restringir las visitas a esa zona de la isla”. ¿Los motivos? “Por un lado, la seguridad, no saber muy bien lo que esta pasando, y, por el otro, porque lo primordial es dejar las vías libres para los servicios de emergencias”.

Esa circunstancia, según explica, está siendo problemática: “Hay un montón de carteles por toda la isla que dicen que el tránsito está restringido y la gente sigue igual”. A ella le toca de cerca el drama, al tener “amigos desalojados, pendientes de perder su casa o que ya la han perdido, y es importante que las vías de evacuación estén despejadas para que puedan sacar de su casa todo lo posible”.

Llano menciona casos concretos. Por ejemplo, el de “una madre y un hijo que trabajan en Correos, que han perdido la casa y las tierras que tenían”. En La Palma, “es muy habitual que la gente tenga una tierrina con plátanos y muchos las han perdido también”. “Otra compañera con tres niños está desalojada y no sabe si va a perder la casa”.

El papel de la lugonense y de otros amigos y compañeros está siendo el de apoyar y ayudar a los afectados, “cada uno en la medida que puede, aunque es cierto que ellos no lo piden”. Algunos llegan incluso a realojar a los afectados. Es el caso de uno de los amigos de Llano, “que tenía un piso vacío y se lo ofreció a la madre y el hijo, o de una colecta de Correos que fue para una compañera”. En resumen, “te prestas a lo que pueda ir surgiendo”.

A la par, la sierense se dedica también a atender los cientos de mensajes de preocupación que recibe desde Asturias. “Los primeros días apareció gente que hacía años que ni hablaba con ellos y enseguida preguntaron. Desde fuera tienen la sensación de que me reventó el volcán en el salón de casa”, repite.

Aunque poco a poco va haciendo entender a familiares y amigos que “no corremos peligro”, su madre sigue buscando la forma de que regrese al Principado: “Mi madre insiste en que me vaya, intenta buscar la forma de que pueda volver. Está preocupada porque, pese a que conoce la isla, se asusta por lo que sale en los medios”, concluye, mientras espera a que se calme la cosa, a la sombra del volcán.

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