La Nueva España de Siero

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La Figarona clama por la falta de limpieza del río Noreña tras sufrir otra inundación

“Se desborda cada vez que caen cuatro gotas, pero la Confederación ni actúa ni deja actuar”, se quejan los vecinos de la localidad sierense

El vecino Marco Aurelio García, el pasado miércoles, en la zona inundada de La Figarona. | I.G.

“Desde hace unos años, cada vez que caen cuatro gotas el río rebosa y el agua me entra en el local”, cuenta, indignado, José Antonio Benítez, conocido como Tony, dueño del bar de La Figarona (Siero), tras la nueva inundación sufrida el pasado miércoles. La culpa, afirma, es de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC), “que es como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer”. “Si quitas una rama, multa. Pero luego ellos tampoco limpian”, se queja Benítez.

En La Figarona están hartos de que la zona sufra cada dos por tres notables inundaciones por el desbordamiento del río Noreña debido a la falta de limpieza. Los vecinos exigen una solución urgente.

La última inundación ocurrió el pasado miércoles, al inicio del temporal que azota a Asturias. La zona oriental, con el desalojo del hospital de Arriondas por las lluvias, fue una de las más afectadas. En Siero, aquellas zonas de altitud más baja, cerca del cauce de los ríos y que forman valles, también se vieron bastante dañadas. De hecho, los ríos Nora y Noreña se desbordaron, dejando visiblemente afectadas localidades como Argüelles, La Figarona, Muñó, Les Bellotines (Lugones), Paredes y algunas partes de Vega de Poja.

José Antonio Benítez, en el bar que regenta en La Figarona. | I.G.

“Esto es culpa de la Confederación, que no limpia. Pero el Ayuntamiento tampoco hace nada para meter presión”, afirma Tony Benítez, tras pasarse adecuando su local más de doce horas. El agua anegó totalmente el comedor y no empezó a bajar hasta el jueves. Cuando entró el dueño en el bar, aún le llegaba a la altura de las rodillas. Empezaron a limpiar a primera hora de esa mañana y hasta el viernes a mediodía no se pudo abrir al público.

El problema de las inundaciones no solo es por el perjuicio que causan durante los días de crecida, sino el deterioro a largo plazo, señala el hostelero. “¿A mi quién me paga que se hinche la madera, si eso no lo puede ver tan claro el perito?”, se pregunta Benítez. Los electrodomésticos, como la nevera que tiene situada en el comedor, también sufren por la humedad.

“Las inundaciones son la consecuencia de la falta de mantenimiento del río. Cada vez que hay lluvias intensas, se sale totalmente de su cauce y anega todo”, afirma Marco Aurelio García, vecino de La Figarona, a pie de río. A su juicio, “no vale” con hacer una limpieza al año, sino que tiene que ser una cosa constante. La última actuación, organizada por los Amigos del Nalón con el apoyo de Cogersa, permitió sacar del cauce somieres, chatarra y hasta una lavadora.

Además de ramas, troncos de árboles y sedimentos, los vecinos son conscientes de que hay “mucha suciedad sin quitar”. Y no será porque no lo advirtieron. “Antes era cada dos o tres años, ahora las inundaciones son cada poco, algo tuvo que pasar”, recalca el dueño del bar de La Figarona, muy molesto con la Confederación.

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