Dos ovejas aparecieron muertas con signos de un ataque de fauna salvaje hace una semana en la localidad de El Rayo, a las afueras de Pola de Siero. El autor fue “un raposo” que tiene asustadas a las vecinas del pueblo, que ven como su ganado, “corderas y gallinas”, ya han caído en sus garras. El problema con los animales salvajes no se detiene en los lobos, pueden constatar tras su experiencia. “Tenemos muchos jabalíes, algunos enseñan los dientes como si fueran el demonio”, lamentan. La solución, para ellas, como dicen ganaderos y agricultores de toda la región, pasaría por su captura. “Que nos dejen cazarlos. Tenemos miedo”, claman.

Con un cayado sale de su casa Ángeles Menéndez. Su vivienda está en una zona de pendiente y le cuesta moverse alrededor. Fuera de su domicilio, explica, a veces escucha ruidos y “como para salir”. Son lobos y jabalíes, afirma, “algunos muy rabiosos”, que masacran al poco ganado que les queda.

A su vecina, Ángeles Cosío, también presente en la zona durante la conversación con este periódico, le han matado recientemente dos ovejas. “Me quedan otras dos”, dice resignada. Quiere soluciones y entiende que el cercado de malla que tiene puesto no aleja la amenaza lo suficiente.

La casa de El Rayo era de sus padres, ahora es de ella. Allí ya no quedan tantos viviendo y menos quedarán si el miedo se generaliza, asegura. “Hay un margen de la carretera que es coto y, entonces, allí si que podríamos cazarlos. Al otro no se puede”, lamenta.

Menéndez asiente y se resigna. Ambas dicen que su localidad la han tomado los animales salvajes y poca opción tienen, “más que encontrar a las ovejas con la lengua y los ojos fuera”. Si alguien toma medidas, lo agradecerán y volverán “a vivir tranquilas”, plantean.