La Nueva España de Siero

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Barrer para casa Nicole Holzenthal Doctora en Filosofía, discípula de Gustavo Bueno

“El español ganó la batalla a los bables por pragmatismo, el hablante no es tonto”

Nicole Holzenthal, en un rincón de su casa de Caballeros (Siero).| | RAMÓN DÍAZ

Nicole Holzenthal, nacida en Maguncia (Alemania) hace 51 años, es doctora en Filosofía, filóloga, traductora, profesora universitaria y productora del magazine “Cima & Holzenthal”. Alumna de Gustavo Bueno, reside en una localidad de Siero. Lleva vinculada a la Fundación Gustavo Bueno desde sus inicios.

–¿Qué hace usted viviendo en un pueblo de Siero?

–Es una zona que está cerca de todo. Está a veinte minutos de Oviedo en coche, y no me siento atrapada. De hecho, cuando la pandemia lo permite salgo mucho fuera, voy a Alemania…

–¿Qué ha hallado en Asturias?

–Aparte de que culturalmente hay una vida muy interesante y que me parecía impresionantemente enriquecedor el entorno de Gustavo Bueno, el paisaje asturiano me gusta muchísimo. Es muy variado y no estamos tan apretujados con en Alemania. Aquí también conocí al que ahora es mi marido y esto ha sido decisivo.

–¿Se puede trabajar sin problema desde la zona rural asturiana?

–Yo pensaba que con internet las barreras podrían superarse. La Unión Europea prometió que todos los pueblos tendrían buen internet, pero mi marido y yo necesitamos un excelente internet porque tenemos una plataforma cultural y subimos vídeos. Después de año y medio logramos que nos pusieran un teléfono normal y ahora utilizamos un sistema de radio, una línea track, que funciona mejor. Hemos probado todo. Lo triste es que a dos kilómetros pagaríamos mucho menos por una mejor conexión.

–¿No llega la fibra a su casa?

–La han puesto porque estaban obligados a hacerlo, pero solo hasta un número determinado de casa, y a la nuestra no llegó. Por lo visto ya han cobrado la subvención europea y no les interesa traernos el cable. Pero la cosa es aún peor, porque nadie en el pueblo tiene instalada fibra. O sea, que cobraron la subvención para absolutamente nada. Y nosotros, que queríamos fibra, no tenemos.

“Pedro Sánchez no puede negar que muchas veces, por sus hechos, es un presidente antiespañol”

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–¿Llevar buenas conexiones a internet sería una ayuda para “rellenar” la Asturias vaciada?

–Desde luego. Extranjeros como yo que quieran trabajar en Asturias los hay. El problema número uno es internet, y el dos las infraestructuras de transporte. Para llegar a Asturias desde Alemania pierdes muchísimo tiempo y cuesta muchísimo dinero. Para ir a Alemania he hecho de todo, he ido a Santander, a Santiago, a Madrid… trayectos en tren, en autobús… Pero vuelos directos desde Asturias, nunca.

–Es contraria a la oficialidad del asturiano, ¿Por qué?

–Me interesa muchísimo la variación lingüística. Me interesan mucho los bables. Pero también hay variación lingüística en Alemania, Austria, Suiza, Italia… Mi “bable” nativo tiene diferencias fonéticas, léxicas e incluso gramaticales con el alemán estándar. En la escuela primaria aprendemos el estándar y en el Instituto, a veces en plan de cachondeo, hablábamos en nuestros dialectos. En los bables de mi región no hay ninguna academia de la lengua, ni se estudian, ni hay idea de implantarlos en el colegio, ni voluntad política de fomentarlos. Todo lo contrario. Los bables alemanes solo se usan para el humor, para Carnaval. En el ámbito universitario nadie hablaría dialecto, salvo quizá en Baviera, donde están más orgullosos de su bable.

–¿Considera el asturiano una variante dialectal del castellano?

–Es una variante que viene tanto del romance como del español. El español se ha implantado por necesidades lingüísticas de la gente; ganó la batalla a las otras variantes de la península. La variante asturiana, gramáticamente, no era tan interesante, así que a los hablantes les interesó más hablar en español desde hace siglos. El español es tan homogéneo porque hubo pragmatismo durante siglos, necesidad por parte de los hablantes de entenderse. El hablante no es tonto.

–¿Cuál es su argumento en contra de la oficialidad?

–No encuentro argumento a favor. Si un niño entra en la escuela primaria hablando español correcto, me pregunto por qué hay necesidad de que estudie asturiano. Cuesta dinero y da trabajo solo a algunos.

–¿Rechaza, por ejemplo, la oficialidad del catalán?

–Hay variantes aceptadas por la Constitución de 1978. No soy política, solo me pregunto si al conjunto de los que pagan los impuestos en España les interesa que dinero público vaya a fomentar variedades regionales.

“Extranjeros que quieran trabajar en Asturias hay; el problema son las conexiones, de internet y transporte”

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–¿Considera que el catalán, el gallego, el valenciano… son también variedades regionales?

–Sí, claro. No hablo de historia de la lengua, son lenguas regionales porque más allá de sus regiones no tienen interés pragmático.

–¿Entonces rechaza la oficialidad por pragmatismo?

–En el fondo, sí. Pragmáticamente, al hispanohablante el mundo le ofrece unas posibilidades laborales enormes. España tiene un idioma que supera su territorio, que tiene hablantes en medio mundo, que en muchas zonas compite con el inglés y con demanda creciente de aprenderlo… Y luego está la alternativa de las variantes regionales.

–¿Qué habría que hacer con las que llama variantes regionales?

–Es normal que los lingüistas se interesen por ellas, pero la tendencia en Alemania es exactamente la contraria que en España. Allí se intenta unificar a los hablantes hacia una norma estándar a través del sistema educativo. En España no entiendo por qué hay que hacer lo contrario. El resultado práctico es, por ejemplo, que cuesta mucho menos a una profesora universitaria alemana ganar una plaza en Austria que a un catedrático ovetense en Cataluña o el País Vasco.

–¿Cómo llega usted hasta la filosofía de Gustavo Bueno?

–Cuando estudiaba, al preguntar por la filosofía española, siempre noté rechazo. Me decían que no me dedicara a ello, que la filosofía española no existía y si existía la había que ignorar. Así que pensé que había gato escondido en el saco, como decimos en alemán, y despertó aún más mi interés. Supe que había en Oviedo un filósofo de verdad, actual, que estaba haciendo filosofía. Empecé a leer obras suyas y una asociación de hispanismo filosófico organizó un congreso en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA de Oviedo. Me apunté y así conocí a Gustavo Bueno, que entonces preparaba “España frente a Europa”.

–¿Qué ocurrió después?

–Bueno pronunció una charla y me dije: “Esto sí que me interesa”. Hablé con él, nos pusimos de acuerdo inmediatamente y pude dedicar a estudiar con él la beca que tenía concedida. Estudié “El mito de la cultura”, lo traduje al alemán, lo publiqué y lo presentamos en las sedes del Instituto Cervantes de Alemania y Austria.

–¿Qué vio en la filosofía de Gustavo Bueno?

–Yo venía de estudiar filosofía en Alemania, donde obviamente sigue predominando el idealismo alemán. Me atrajo muchísimo lo que Bueno llama materialismo porque supone criticar “desde después” al idealismo alemán, que fue muy interesante en su momento, pero que ha entrado en un callejón sin salida. El materialismo filosófico de Bueno es un sistema interesantísimo, que cubre muchísimas áreas del pensamiento. No está de moda elaborar un sistema, pero un sistema ayuda como herramienta de pensamiento para contar con un punto de partida, una plataforma desde la que tener un mapa mundi y orientarnos. Es una aportación de Bueno que deberíamos agradecerle.

“Me pregunto si al conjunto de los que pagan impuestos en España les interesa que dinero público vaya a fomentar variedades lingüísticas regionales”

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–Ha dicho usted que calificar a Gustavo Bueno como el Kant o el Hegel español no le hace ninguna justicia. ¿Por qué?.

–Lo que hizo Bueno fue estudiar toda la obra de estas personas y luego criticar lo criticable y aprovechar lo que sirve para el pensamiento actual. El problema de gran parte de la filosofía académica es que se queda en interpretar, reeditar, comentar y quedarse con notas a pie de página, filológicas casi más que filosóficas, de grandes autores. Si la filosofía universitaria se quiere quedar ahí, allá ella. Bueno superó ese punto de partida. Es impresionante lo que leyó Gustavo Bueno, no solo de los filósofos, sino también de áreas de ciencias. Me sorprende cómo una persona pudo abarcar tanto con días de veinticuatro horas.

–También dice que Bueno superó a Kant, y que eso no se acepta en Alemania. ¿Chovinismo?

–En Alemania no se quiere ver la filosofía española. Se la trata de manera injusta. Seguramente ha influido el pensamiento, hasta cierto punto chovinista, de que a partir del inicio de la filosofía alemana más potente se quieren evitar influencias anteriores. Es humano. Siempre queremos ser los primeros en hacer algo que vale la pena.

–¿Sigue funcionando la leyenda negra contra España?

–Claro que sí. En Alemania la gente cree que la cultura alemana es la mejor, y para el alemán promedio España es sol, playa, paella y fiesta. Esa es una versión moderna de la leyenda negra. En los siglos XVI y XVII hubo una gran propaganda antiespañola que aún retumba en las cabezas. Hay un poso de la leyenda negra interiorizada. El protestantismo puso una semilla anticatólica y antiespañola que sigue funcionando.

–Decía Bueno que Europa es el problema y España la solución. ¿Está de acuerdo?

–Bueno tiene razón al decir que el imperio español fue generador y funcionó durante siglos. No fue perfecto, se cometieron errores. Pero en los otros modelos no hubo ejemplaridad. Siempre que una nación moderna europea intentó expandirse fue muy cruel con los nativos. No digo que no haya habido crueldad con el modelo español, pero su resultado fue enriquecedor para todos. Por ejemplo, como alemana me da vergüenza lo que hizo Alemania en África. Solo sacar la materia prima y la fuerza de trabajo no es muy ejemplar. Sin embargo, el imperio español llevó a América hospitales, universidades y una lengua que permitió que se comunicaran entre ellos. España aportó, no solo extrajo. Hoy la pregunta es hasta qué punto España está bien tratada en la Unión Europea.

–¿Lo está?

–Tengo la sensación de que el Gobierno de España no sabe negociar bien su posición en Europa. Debería imponer alguna vez sus criterios. Hacer siempre lo que quieren los demás negociadores no favorece a España, ni a los españoles. Y si las diferentes regiones de España no luchan en conjunto se hacen también más débiles dentro de Europa.

–Una frase suya: “A los federalistas en Europa les conviene que los países periféricos se desintegren”. ¿Por qué?

–El federalismo quiere que la periferia se fragmente y el centro, Alemania, no. Pero si se aplicaran criterios históricos Alemania debería fragmentarse más. Circulan por la Unión Europea mapas con España e Italia fragmentadas, Alemania no y Austria en el mismo color que Alemania. ¿Qué quieren decir?

“Sorprende que Gustavo Bueno haya podido abarcar tanto con días de veinticuatro horas”

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–¿Vuelve el pangermanismo?

–Nadie dice eso abiertamente, pero circulan estas ideas en las cabezas.

–Pero Europa apoyó a España en su pulso con el separatismo catalán.

–Pero no extraditaron a (Carles) Puigdemont cuando lo tuvieron en sus manos.

–¿Doble juego?

–Posiblemente. Está claro que Alemania juega de otra manera cuando la afectada es ella. Allí nadie sabe que un pequeño partido solicitó (en 2017) que Baviera se separara de la república federal. Ni siquiera pudieron hacer su referéndum. Se rechazó con tres frases del Tribunal Constitucional. Eso lo sabe más gente en España que en Alemania. Históricamente Baviera tiene mucha más base para pedir la independencia que ninguna región en España. Pero esto lo hay que frenar de inicio, porque es peligrosísimo. Alemania lo hizo siempre.

–¿Rechaza el proyecto de la Unión Europea?

–Crecí como europeísta, pero ahora veo cómo funciona la Unión Europea y es decepcionante. Los hechos consumados son favorables para el centro y desfavorables para la periferia. Se ha pasado de un modelo de estados que competían en cierta manera entre sí, pero también colaboraban, a un estado federal. Y sin consultar a los ciudadanos.

–¿Qué opina cuando escucha que el pensamiento de Bueno está en la base de las ideas de Vox?

–Han cogido cosas de Bueno, no se puede negar. Pero una aplicación política nunca es un sistema filosófico. Hay algunas personas en Vox que parece que han estudiado bastante a Gustavo Bueno, pero eso nos quiere decir que Gustavo Bueno no se pueda interpretar de otra manera.

“Hay personas en Vox que parece que estudiaron bastante a Gustavo Bueno, pero eso no quiere decir que Gustavo Bueno no se pueda interpretar de otra manera”

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–¿Sigue pensando que Pedro Sánchez es un presidente antiespañol?

–Por sus hechos, muchas veces, no lo puede negar.

–¿Por ejemplo?

–La manera cómo está llevando la pandemia y los efectos económicos, no favorece a gran parte de la población española.

–¿Se refiere a las últimas medidas aprobadas?

–Me refiero a prometer apoyos a los autónomos y no apoyarlos, por ejemplo. Por hacer una comparativa con Alemania, los autónomos allí ya en la primera fase de la pandemia cobraron dinero, y los españoles siguen cotizando tal cual, e incluso se les sube la cuota.

–¿Cree que el coronavirus está destapando afanes totalitaristas en gobiernos occidentales?

–Veo ese peligro. Veo que se puede aprovechar la situación para quitar derechos ya conquistados por los ciudadanos y que no se devuelvan. O que fácilmente se puedan volver a quitar. Tenemos que tener mucho cuidado los ciudadanos de todos los países. También hay que tener cuidado con el control que permite ahora la tecnología. Pero tampoco seamos paranoicos.

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