–¡Silencio pido señores, si me queréis escuchar, que en Valdesoto hay entrugues de les que güei vamos a falar! Cuando habla el “vieyu”, que es un niño que no superará los doce años, el campo de la Iglesia de San Félix de Valdesoto calla. Todas las miradas están fijas en el joven, acompañado de una “vieya” de la misma edad prácticamente. Hay un espacio escénico, que delimitan unas sillas de metal colocadas en forma circular. Son las 13.00 horas. Sopla el viento. La lluvias amaga, pero no da. El sonido de los cencerros y el toque de campana anuncia el inicio de la Mascarada de Invierno de Valdesoto. El regreso de los Sidros.

Los preparativos se inician en el espacio polivalente de la localidad para Les Comedies organizadas por la asociación El Cencerru . Allí se visten para la obra que se va a representar. Se puede ver a los “hombres oveya” con sus máscaras rojas, pantalones blancos, cencerros colgados de un cinturón de cuero negro, faja roja, una vara de avellano en la mano y, sobre la cabeza, un gran cucurucho que baja hasta el pecho y que está hecho de piel de oveja. Están adornados con cintas de colores, y los niños, cuando les ven, se apartan asustados. Aunque también hay personas vestidas con indumentaria de toda índole: damas, galanes, “vieyos”, “vieyes”, tontos y criadas.

Alrededor de las doce y media, dando saltos, meneando sus cencerros y rimando, los Sidros se ponen en marcha. Les sigue una comitiva de personas que luego representarán Les Comedies. En el campo de la iglesia espera el público. Una parte de los asistentes están sentados –hay alrededor de 60 sillas, todas ocupadas– aunque la gran mayoría permanecen de pie. En la entrada, hay gel hidroalcohólico, que parece pronosticar uno de los temas que después se tratarán y que lleva copando titulares desde hace dos años: la pandemia y el coronavirus.

Les acompaña el sonido de bombo, tambor y gaita. Como si fuera una marcha solemne, desfilan hasta el campo. Los Sidros rodean el escenario tradicional e improvisado para la ocasión. Primero, entran los músicos al centro de la escena. El público enmudece. Justo después, comienza la primera comedia, interpretada por los escolinos de Faes y que lleva el nombre de “Falando n’ el mio pueblo”. Es de Manuel Peregrino.

Los Sidros. | I. G.

Un “vieyu” y una “vieya” caminan en línea recta. Él es quien pide la atención del público, y, con ironía, hace la primera sátira, que hace referencia a los problemas de la carretera SI-8 de Valdesoto, cuya reparación está incluida en los presupuestos regionales después de múltiples demandas vecinales: “Tenemos que tar percontentos, puesto que nun pensamos llegar, rompimos pel camín una trócola, los baches nun los fuimos a esquivar”. La “vieya” se suma a la crítica al mal estado de los caminos y comienzan a intervenir el resto de personajes. De los baches pasan a hablar del coronavirus y las restricciones en la hostelería. Después, sobre el asturiano, que “van facelo oficial nun tardando”. “Por fin alguien trae buenes noticies, que tol mundo me reprende por falar como deprendí de los mios guelos y yo quiero falar como me salga de les narices”, afirma el “vieyu”, que despierta los aplausos del público.

“Pueblo ejemplar”

La siguiente ovación, aunque en este caso trufada de risas, tuvo que ver con la continúa aspiración de Valdesoto para ser “Pueblo ejemplar”. Lleva años presentándose y todavía no se lo han concedido pese a su reivindicación de la cultura popular. “La verdad que ya tamos cansaos, dicen que nun hay mayor ciegu que el que realmente nun quier ver, así que señores del xurau revisar les decisiones en el VAR si nun queréis quedar en mal lugar”, afirma la “vieya”.

Varios personajes.

Entre aplausos, los escolinos de Faes dan paso a la “comedia de nueva normalidad”, interpretada por Los Cencerros y escrita por José Ramón Oliva. Lo primero sobre lo que ironizan es la pandemia y las vacunas. Los siguientes chistes tienen que ver con “el tamaño”, hasta que “la ciega” irrumpe en escena reclamando “humor intelixente”. De ahí, pasan a mencionar la precariedad laboral: “¿Y pa qué quies estudiar? ¿Cuántes perres vas ganar? Yo voi ser una “influencer” y llamame Sidra Dancer, colgame del Instagram y nel Facebook buscar plan, dame una vida de gorra, pagar impuestos n’Andorra”, destaca la criada de “la ciega”, que va unida a ella por un cordel donde se lee “dosmetros por la distancia de seguridad”.

La oficialidad del asturiano, las telenovelas turcas, la selección de Luis Enrique, el volcán de la Palma (“que dejó al pecáu ensin casa porque escapo-y tou el fueu”), la pérdida de asociaciones para las subvenciones en el concejo de Siero (dirigida, con cariño, a la concejala de Festejos Ana Rosa Nosti, que se reía en la primera fila, la “multinacional que matará al comercio local” (Amazon), los murales, el misterioso robo de la placa de cobre de la Iglesia de San Felix, la homofobia, la variante ómicrón (“con la que cayeron Cepi y Barbón”) también formaron parte del burlón repaso a la actualidad.

El momento más emotivo fue la despedida a quien otros años tocaba el tambor con los Sidros: Javi Castro, que falleció a los 38 años de edad el pasado mes de octubre: “Echamos en falta un compañero, tamboriteru. Javi ye la so razón, mozu de gran corazón que siempre mos tresmitía montoneres d’allegría”.