A tres minutos en coche y veinte andando de la casa de José Arbesú están construyendo la gran nave de la multinacional americana Amazon en el polígono de Bobes. Pero en el lugar elegido por la compañía para instalar uno de sus mayores centros logísticos del país por su situación estratégica y sus buenas comunicaciones se da la circunstancia de que no llegan bien ni el pan ni el periódico diarios.

En realidad, todo fue a raíz del cierre de la panificadora de Siero y Noreña, con sede en El Berrón, de la que fueron clientes “de siempre”. “Cuando teníamos el servicio pasaban otros comerciales ofreciéndonos sus productos. Pero ahora la ruta ha quedado vacía y por aquí no pasa nadie”, cuenta Arbesú, en el porche de su casa. La situación tiene que ver con el fin de la actividad del negocio que servía el pan y que eso haya implicado que dejen de llegar también otras cosas como la prensa. Pero no deja de ser paradójico que al punto desde el que en un futuro ya próximo saldrán todo tipo de mercancías a través de la logística Amazon no puedan llegar a un domicilio los productos más básicos.

No sabe qué echa más de menos, si leer LA NUEVA ESPAÑA todas las mañanas en el jardín, apoyado en una mesa y en su silla de ruedas, o comer los curruscos tiernos del pan: “Me dan rabia les dos coses. Pasó lo que pasó”.

De familia carnicera, negocio que también heredó su hijo, tiene 74 años y toda su vida ha residido en Bobes. Incluso nació en una casa a escasos metros de la que actualmente es la suya. Y, como en muchos otros pueblos, “sin aviso ni nada”, un día el furgón no pasó. Llamó para preguntar qué pasaba, pero tenían la línea saturada y nadie contestó. Otros sí que obtuvieron respuesta: quedaba clausurado uno de los negocios con más solera de la comarca, la panificadora que servía a toda la zona.

Luego, leyendo el periódico –porque alguien de su familia se lo acercó– se enteró de lo que había pasado. Aunque el panadero que hasta entonces había sido el de su confianza tuvo un gesto “muy bueno”: “Yo siempre le pagaba quince días anticipados. La última vez que fui a pagarle, el chaval me dijo que no me iba a cobrar hasta que se agotaran los quince días. Y cuando terminaron, no vino más”. Pero tampoco pasó nadie más para ofrecerle el servicio “Espero que le haya ido bien”, desea.

José Arbesú, en la zona de jardín de su casa de Bobes. | R. I. G.

Cierre de la suministradora

El cierre de la panificadora de Siero y Noreña supuso un shock para todo el municipio. La empresa se fundó en el 1947 y, por su solera, tenía una amplia cartera de clientes, sobre todo de las parroquias rurales. Resistieron a varias crisis, pero la pandemia les puso en jaque completamente. Ya arrastraban problemas económicos desde hacía tiempo y los últimos meses, desde septiembre, los trabajadores estaban sin cobrar.

Hubo en algunos lugares, como en Molleo, donde se reestableció el servicio gracias a otras empresas. Sin embargo, en Bobes no pueden decir lo mismo. Y por un problema de comunicaciones “no puede ser”. “Es que yo no me adapto a eso de leerlo en internet (el periódico), no lo entiendo bien. Me entero de las noticias por la televisión, pero ya al mediodía”, dice. Y el día que más le molesta la falta de servicio es el lunes: “Porque no puede seguir bien la Liga”, bromea su hija Eva.

A Arbesú le gusta leer las noticias de su zona, entonces no le sirve que su hija le traiga la edición de LA NUEVA ESPAÑA de Gijón. Quiere la de edición de Centro, la de su comarca de Siero. Porque por ella se informa también de cómo va el desarrollo del proyecto de Amazon en Bobes.

La llegada de la multinacional le parece que solo traerá cosas buenas. “Desde que llegaron, tenemos más tráfico por aquí”, confiesa. Sin embargo, espera que la instalación solo le traiga “mejoría”. “Dará trabajo a dos mil personas, y seguramente el 30 o 40 por ciento sean de Siero”, reflexiona con un tono de cierta satisfacción.

Además, la alta afluencia de tráfico se solventará en cuanto se desdoble el tramo de la AS-17 entre San Miguel y Bobes, para el que el Principado ya ha destinado 23,4 millones de euros. “Vamos a quedar mucho mejor”, señala Arbesú. Está encantado: “Tenemos un alcalde que es un fenómeno. Yo no soy político, nunca fui a votar, pero cuando uno lo hace bien, lo hace bien”, concluye Arbesú. Su problema no es ese, sino otro: que ya no le llega el pan ni la prensa, aunque tenga Amazon al lado.