La Nueva España de Siero

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La niña Ania Romanenko, acogida por sierenses, ya va a clase: “Me han recibido súper bien”

La joven refugiada de 14 años prepara un examen con la cabeza llena de inquietudes: “Hace días que no sé nada de mis abuelos ni de mi padre”

La joven ucraniana en su primer día en el IES Infiesto, en Piloña, el pasado martes

El primer día en el instituto de Infiesto de Ania Romanenko coincidió con el 8M y llegó tarde porque tenía cita para vacunarse contra el covid. “Pasé un poco de vergüenza. Fuimos a la manifestación al Ayuntamiento y perdí inglés. Mis compañeros me han acogido súper bien, estoy muy agradecida. Hubo una chica que se acercó a preguntarme cosas pero fue muy amable”, relata la joven ucraniana de 14 años, a la que dos policías nacionales que trabajan y viven en Pola de Siero trajeron “in extremis” antes de que estallara la guerra. Posteriormente, y con la ayuda de Expoacción, su madre y su hermano pudieron huir tras la invasión rusa para hacer realidad en Asturias una reunificación familiar.

Ania ha iniciado su particular curso escolar con la cabeza dividida: por un lado, le gustaría ser una adolescente más de su clase y, por el otro, quiere seguir ayudando a los compatriotas. Por eso, colabora en recogidas como la que están realizando en la inmobiliaria La Isla, en Pola de Siero, y hace labores de traducción en el centro para refugiados donde ahora mismo está residiendo su madre.

La coincidencia de citas –para vacunarse y para estrenar curso en España– no fue casualidad. En cuanto Ania cumplimentó su solicitud de protección internacional como refugiada pudo ser una estudiante más. “Queremos agradecerle al centro toda su ayuda”, cuenta Lorena Escobio, la policía que la tiene acogida en su casa. Aunque todavía les queda terminar el mismo trámite para su hermano de cuatro años, Misha, que sufre un trastorno metabólico de aminoácidos y espera una cita en el Hospital Universitario Central de Asturias para recuperar su tratamiento. “Desde que salieron de Ucrania, no toma su medicación. Eso son más de tres semanas”, explica Ania preocupada.

Su madre, Liudmyla Starovoit, tuvo que ser atendida en la Pola por un ataque de ansiedad por todo lo que están sufriendo. “El día que empezó la guerra nos mandó un mensaje diciendo que veían luces rojas en el cielo de Kiev. Para irse le pesaba mucho la mochila y cogió, sobre todo, cosas para mi hermano. Pudo salir porque un camionero ucraniano le dio dinero aunque tuvo problemas en la frontera húngara”, relata la joven.

Ania Romanenko, la joven ucraniana acogida por dos policías sierenses se reencuentra con su familia entre lágrimas

Ania Romanenko, la joven ucraniana acogida por dos policías sierenses se reencuentra con su familia entre lágrimas

Ania está preocupada porque tiene examen. “El resto de compañeros tienen que repasar pero yo me lo tengo que estudiar todo desde el principio”, aclara. También por cómo sacará el curso adelante cuando la materia que daba en Ucrania no tenía nada que ver.

Pero algo más grande le ronda la cabeza. “Mi padrastro se quedó ayudando, y hace días no sé nada de mis abuelos ni de mi padre”, cuenta. Su familia es de Rusaki, cerca de Chernóbil, localidad sitiada por los rusos, donde cortaron las comunicaciones. Solo sabe que tienen prohibido salir de casa. “Me gustaría saber cómo están, no quiero pensar que les ha pasado algo”, dice. De allí no llegan buenas noticias. Le dijeron que una niña de doce años, hija de una amiga de su madre, salió de su casa y la asesinaron: “Los rusos en su televisión cuentan que nos están ayudando y que somos los malos, pero es mentira. Me quede o no me quede, solo quiero que pase. La gente está sufriendo y no se lo merece. No nos lo merecemos”, implora.

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