La Nueva España de Siero

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Aramil alerta del riesgo de cierre de su escuela y reclama ayuda al Ayuntamiento

La falta del servicio de madrugadores y de comedor dificulta al centro llegar a la ratio de cuatro alumnos, pese a la pujanza de la parroquia

De pie, por la izquierda, Eva Llorente, Javier de La Roz, Luján Carrio, Guadalupe González y Paula Roces. Agachados, Julio Ordóñez y Alejandro Redondo. Todo ellos, ayer, reclamando la pervivencia de la escuela de Aramil. | L. P.

Justo cuando cumple tres décadas de existencia, la escuela de Aramil podría cerrar sus puertas el curso que viene. Los docentes del aula, una de las tres que integran el único Colegio Rural Agrupado (CRA) de Siero junto con Faes (Valdesoto) y Viella, alertan de que podría verse abocada al cierre por falta de matrícula. El proceso de admisión está aún abierto hasta el día 13 de este mes, pero los profesores y el director, Javier de La Roz, ven con temor cómo se han conjugado varios factores en los últimos meses para dejar en “veremos” el futuro del aula, en pleno corazón rural de Aramil.

Empezaron este curso con once alumnos, más que de sobra para mantener abierto el centro. De hecho, la ratio de Educación para las aulas de las escuelas rurales está establecido en sólo cuatro alumnos. Pero a lo largo del curso se han dado varias coincidencias que hacen peligrar la supervivencia de la escuela. “Se ha ido una familia con varios niños y otros ya nos han dicho que tampoco continuarán por motivos laborales”, sostiene el director. Una merma que, con poca matrícula, ha hecho que otras familias se piensen la continuidad de cara al curso que viene. “Hay gente, y es perfectamente comprensible, que quiere que sus hijos socialicen con más niños, algo complicado si en algún aula sólo hay dos alumnos”, reconoce Javier de La Roz.

En Aramil se da la paradoja de que es una de las parroquias de Siero que más crece y donde más licencias de construcción de vivienda nueva se están concediendo, lo que lleva aparejado la llegada de nuevas familias con niños en edad escolar. “Sabemos que hay niños en Aramil y, de hecho, tenemos dos peticiones de dos alumnos de tres años que empezarían al cole en septiembre”, apunta el director. ¿Cuál es entonces el problema? “Que en las familias trabajan los dos miembros de la pareja y la conciliación se complica mucho, porque en este centro no hay comedor escolar ni otros servicios como el de madrugadores, clave para que los padres elijan”, señala el director.

Docentes

Así las cosas, y en vista de que cada vez se van más niños, el claustro, compuesto a principios de curso por dos tutores fijos y seis especialistas que van rotando por las diferentes aulas del CRA, teme que vayan a ser cada vez menos y que incluso no se llegue a la ratio de cuatro niños como mínimo para mantener el centro abierto. “Al final es la pescadilla que se muerde la cola, hay familias que si no hay muchos niños, deciden sacar también a los suyos porque les da reparo que sean tan pocos en el aula”, apuntan con pesar, aunque “es una decisión perfectamente comprensible”.

A ello se une el hecho de que Aramil está situado a pocos kilómetros de Pola de Siero y de Lieres, donde los colegios sí prestan servicios como el comedor, fundamentales para la conciliación en muchas familias. Por ello, Javier de La Roz propone al Ayuntamiento que se estudien vías alternativas para dar una solución a estas carencias.

En el caso de Faes se está estudiando el acondicionamiento de un comedor en la propia escuela, pero ante lo elevado de la inversión en el caso de Aramil creen que “podría ponerse un taxi y que los niños que lo necesiten hagan uso del comedor en otros colegios de la zona, como el del Lieres”. “No sería ni difícil ni costoso, y animaría a las familias del entorno a apostar por esta escuela. Aquí hay niños, pero lo que pasa es que los padres los llevan a otros centros por estas carencias”, resume De La Roz. “Y con ello se apostaría también por eso de lo que tanto se habla para fijar población en el entorno rural, sobre todo después de la pandemia cuando los centros pequeños como el nuestro fueron una referencia de seguridad y tranquilidad para los padres”, añade el director del centro. A su juicio, “la colaboración pública es fundamental” para que una trayectoria de treinta años de educación en esta localidad no acabe con un candado en la puerta de la escuela.

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