El glorioso pasado minero de Carbayín Bajo se cae a pedazos. El pozo Pumarabule, antaño motor económico de la parroquia sierense, cuna de la actividad extractiva desde el siglo XVIII, se está convirtiendo a pasos acelerados en un puñado de ruinas que, a día de hoy, se muestran sin pudor a todo el que quiera asomarse: nada impide el paso a unas instalaciones en plena decadencia, con techos caídos y riesgo de derrumbe en algunos casos. Un paseo por el pasado que, paradójicamente, se ha convertido en el esparcimiento diario para muchos vecinos: jubilados y lugareños con perro recorren a diario unos espacios que parecen de otros mundos.

La actividad minera cesó en Pumarabule en 2005, con el cierre definitivo del pozo, y desde entonces en las instalaciones no se han llevado a cabo más actuaciones que la restauración de una escombrera cercana. Con una superficie de 219.157 metros cuadrados y algo más de 48.000 metros aprovechables, los vecinos lamentan que ese espacio esté “asqueroso”, como señala Covadonga Martínez, vecina de la barriada. “Se suponía iban a quitar la uralita con amianto y a adecentar la zona, pero sigue abandonado. En su día tapiaron algo, pero todo vuelve a estar abierto”, lamenta.

La zona, de hecho, puede suponer “un peligro, porque se pueden venir abajo techos o puede haber problemas si entran niños”, advierte la vecina, quien reclama “actuaciones para que esto no se convierta en una chatarrería”. Los castilletes están catalogados como patrimonio industrial y Hunosa llegó a presentar hace años un proyecto de reconversión de la zona en polígono industrial, tal y como se hizo con Solvay, en Lieres. Pero “aquí no se ha hecho nada y lo cierto es que los vecinos deberían poder disfrutar de este espacio acondicionado”, insiste Martínez.

Una de las ideas que proponen es la de “limpiar y hacer zona verde, porque la gente viene mucho de paseo”. Y aprovechar, además, para “acondicionar un parque para perros, ya muchos vecinos lo usan para eso y se podría hacer algo decente y bonito”.

Por si la ruina de las instalaciones mineras fuera poco, la Ruta Minera de Jovellanos, que atraviesa Carbayín procedente de Valdesoto, se ha convertido en “un matu, no hay camino ni por dónde pasar, otra muestra de abandono porque desde que se hizo no tuvo mantenimiento”, lamenta el vecindario.

Y para colmo de males, los vecinos de Pumarabule siguen sin poder acceder a las nuevas viviendas que les deben ser entregadas para que abandonen las casas llenas de grietas en las que viven desde hace años. Las nuevas también tienen problemas estructurales, y a ello se añade que “mucha gente no puede pagar el dinero que nos piden, quién va a pagar 80.000 euros por un piso con problemas con vistas a una mina abandonada y llena de maleza”, sostienen. Una larga lucha que, de momento, sigue enzarzada, como los escayos, en la otrora pujante Carbayín.