Granizos del tamaño de caramelos y una estampa más propia de navidades que de plena primavera. Es la situación que vivieron, de forma repentina, los vecinos del pueblo de Varé en la tarde del pasado domingo, cuando la tormenta y la intensa pedriscada cubrieron prados y tejados cubiertos de un manto blanco que dejó al vecindario con la boca abierta.
Fue repentino, y muchos echaron mano del móvil para inmortalizar lo insólito de una granizada de gran violencia, con muchísima precipitación y numersos daños en el campo, en plena temporada de siembra en muchos huertos familiares.
De hecho, este lunes fue día de limpieza en las fincas y caminos más afectados, por los que bajaron piedras y barro mezclados con la avalancha de agua y granizo. Incluso los setos de las casas quedaron pelados por la fuerza y el tamaño del pedrisco, que dejó una capa blanca y rebaladiza durante un buen rato a la entrada misma de las viviendas de Varé. Una situación de lo más llamativa que hacía tiempo que no se vivía en la zona, como señalan los vecinos.