La Nueva España de Siero

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Alberto Campa Viajero, proyecta hoy sus fotos del Ártico en la Pola

«Cada vez noto más la globalización, lugares antes remotos están hoy masificados»

«Es difícil llevar la sensibilidad ecológica a continentes como Asia y África, donde mucha gente necesariamente primará la supervivencia»

Alberto Campa, en las islas Orcadas. | Foto cedida por Alberto Campa

Alberto Campa (1967) es residente en Siero durante el tiempo que le dejan libres sus expediciones por el mundo. Con tres vueltas abundantes al globo, el viajero y explorador deleitará esta tarde (20.00 horas) en el Auditorio poleso con la última de sus proyecciones, titulada «Ártico», con la que repasará su último periplo por las islas más septentrionales, hasta llegar al Polo Norte geográfico.

–¿Qué se podrá ver en esta proyección?

–En estos 15 años de proyecciones de viajes por Asturias hemos recorrido visualmente en pantalla grande todos los continentes terrestres, incluida la Antártida. Pero para completar una visión total del planeta, aún me quedaba compartir con todos imágenes de este tan diferente y blanco Ártico, y en la proyección de mañana

se mostrarán sobre todo muchas islas no muy conocidas del norte de Europa: las bálticas Åland o Gotland, las escocesas Hébridas, Orcadas y Shetland, las danesas Bornholm o Feroe, y por supuesto, finalizaré con imágenes de las islas noruegas y árticas Svalbard.

–¿Por qué es especial el Ártico?

–Al Ártico lo podríamos denominar el octavo continente. Es uno de los lugares más desconocidos por los españoles, aunque tiene islas en su parte europea con varias ciudades habitadas sobre todo por noruegos y rusos que se mostrarán durante la proyección. Había viajado hasta el momento por unos 220 territorios y países de todo el mundo pero, por lejano y especial, para cualquier gran viajero llegar a ver una parte de ese blanco y remoto Ártico es toda una satisfacción.

–¿En qué estado se encuentran aquellos ecosistemas?

–Es indudable que el cambio climático y la globalización también han llegado a influir negativamente en esta tan apartada región hasta el siglo pasado. Pero así y todo, en invierno se sigue manteniendo un distinto pero muy rico ecosistema. No obstante, el gran problema futuro que ya se va atisbando en el verano y en las épocas más cálidas, cuando el mayor deshielo influye, es el cambio de hábitos de mucha de su fauna. Ahora es más visible en las costumbres de muchos osos polares que allí viven y comienzan a estar en peligro. En las islas Svalbard hoy en día la población de osos aún es mayor que la de seres humanos. Se estima en unos 3.000 ejemplares actualmente, pero su cada vez más cercana presencia hace que cualquier itinerario fuera de los núcleos de población se deba de hacer armado y con el correspondiente permiso de armas para evitar accidentes en los habituales encuentros con ellos.

–En todos estos años de viajes, ¿cuál diría que es el cambio en el planeta le ha llamado más la atención?

–En junio de 1981 hice mi primer viaje fuera de Asturias con mis compañeros polesos donde visité mis primeras regiones. Continuando con esa pasión durante estas cuatro décadas de viajes he podido llegar a conocer unas 700 regiones de todo el planeta y cada vez noto más la gran e inevitable globalización del mundo. Lugares a los que antes casi nadie de fuera llegaba ahora se van convirtiendo en destinos turísticos, y los que ya lo eran, ahora se han masificado en exceso, con lo que se hace necesaria alguna regulación. Algunos de esos ejemplos palpables por ser noticia en los medios son Venecia, el Everest o el lugar arqueológico de Machu Pichu en Perú, que tuvo que incluso llegar a ser clausurado durante unos meses.

–¿Ha aumentado la sensibilidad ecológica del ser humano?

–En cierta medida sí. La información ha llegado a todos en Occidente y el reciclaje o las nuevas formas de producción de energía indudablemente ayudan a ello, pero lo que es más difícil es llevar esa sensibilidad y efectividad a continentes como Asia y África, donde mucha gente necesariamente primará la supervivencia con pocos medios cada día frente a la ecología occidental tan de moda.

–¿Hay esperanza, hay tiempo para salvar tanta riqueza?

–Siempre que viajo busco conocer muchos de los lugares que cada país tiene protegidos como Patrimonio Mundial y he admirado casi medio millar de ellos. Esa gran labor capitaneada por la UNESCO es una de las que más ayuda desde hace mucho a preservar la riqueza natural y cultural que los humanos debemos mantener viva para próximas generaciones. En este caso en la isla ártica de Spitzbergen alegra saber que se encuentra el protegido Banco Mundial de Semillas, una cámara construida dentro de una de sus montañas donde se han llevado, para proteger y quizá un día utilizar, miles de semillas terrestres.

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