Con el público a carcajada limpia. Así acabaron las fiestas de San Roque y la Purísima en Ordiales-Muncó, en Siero, que desde el pasado sábado habían tenido un poco de todo para satisfacción de los parroquianos: desde tiro con gomeru a concurso de tortilles, concentración de vehículos clásicos y hasta recogida de alargadores. Pero por muchas novedades que se introdujeran para retomar las fiestas, lo que nadie quería perderse era la tradicional carrera de burros –va por la edición LXIII– convertida en yincana para que nadie quedara con ganas de subirse a un pollino y dar el cante.
Los ocho animales, Genaro, Viento, Pinto, Travieso, Cata, Lola y Canela, fueron tan ovacionados como los jinetes que se dejaron el físico en pruebas como comer una milhoja sin manos, pinchar un globo lleno de harina a lomos del burro, beber una cola sin manos y otras maldades que se les ocurrieron a los organizadores para disfrute de todos. Y lo de menos, al final, fue quien ganaba, porque anduvo muy apurado. Eso sí, los aplausos fueron compartidos con los muchos que se llevó otra estrella de la noche, Chaquira, que se deshizo en loas a la comisión.