Hace 20 años, un grupo de voluntariosos de Lugones decidió que Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente merecían una bienvenida a la villa por todo lo alto. Así que se pusieron manos a la obra para preparar la primera cabalgata del municipio, que en su debut se compuso de solo tres carrozas, una para cada Mago. "Yo cortaba madera en una antigua cuadra, no te digo más", rememora Anselmo Castiello, uno de los pioneros de aquella recepción mágica.

Lugones, taller de los Reyes Magos

Dos décadas después, siguen al pie del cañón y trabajan a toda máquina para que en la noche del 5 de enero las calles de Lugones se vuelvan a convertir en un río de color, gente, música y, por encima de todo, ilusión infantil. Porque "fue eso lo que nos animó a hacer la cabalgata y es lo que nos sigue dando energía: después de todo este trabajo, ver las caras de los niños cuando pasan los Reyes nos paga más que de sobra", asegura Roberto Nicolás, otro de los clásicos de la comitiva.

En una nave del polígono Puente Nora preparan, como cada año, las carrozas y tronos que desfilarán por la localidad para pasmo de los más pequeños. De los tres artefactos originales se ha pasado ha una docena de aparatos que llevan complejos sistemas de luces, música y movimiento, porque una de las carrozas lleva una cascada de agua incorporada, otra transporta una plataforma para los músicos que amenizan el desfile en directo, y en la del Portal de Belén toda la estructura se gira para permitir que los espectadores vean la escena desde cualquier ángulo. Y además, transportan cañones de humo, de nieve, una fábrica de juguetes, una carroza dedicada al Emperador Augusto, otra al Faraón de Egipto y otra más con los castros de Lugones como protagonistas, porque "siempre intentamos hacer un guiño a la localidad". "Lleva muchísimo trabajo y dinero, si nos lo dicen hace 20 años... hoy miro esta nave y me parece imposible todo lo que conseguimos desde entonces", relata María Jesús Fernández, una integrante del equipo de costureras que pone a punto las túnicas y trajes de todo el séquito, de Reyes a pajes pasando por pastores o matronas. En total, medio millar de creaciones que cada año deben ser repasadas, porque "siempre hay algún percance, hay que ajustar, hacer tamaños nuevos y en el caso de los Reyes, vamos cambiándoles la indumentaria", explica.

Brillantes

Las mujeres trabajan en un altillo repleto de telas brillantes, pasamanería y lazos, mientras que los varones se afanan en la planta baja en la obra de carpintería y decoración, guiados por Yoli Villa. Este año andan enfrascados en la reparación de la carroza de Melchor, que el pasado sufrió algunos daños y "no nos ardió de misericordia". Afortunadamente, se quedó en un susto. Baltasar también tendrá trono nuevo, explica Agustín Suárez, con una camella disecada y cedida por un vecino de Nava para darle al artefacto la mayor veracidad.

Y Víctor López presume de ingenio y muestra un torno manual, que gira gracias a la ayuda de Roberto Nicolás y con el que elaboran piezas como columnas y adornos de todo tipo. "Aquí no se para", asegura con un guiño. Y ya el 7 de enero "estamos en la nave repasando el material y pensando qué hacer para el año siguiente".

De hecho, se juntan casi todas las tardes, salvo en los meses de verano, para dar forma a los sueños de los niños en la noche más mágica del año. Aseguran que este año tienen más apoyo vecinal que nunca, y prometen que el próximo 5 de enero será digno de ver. Un desfile para no perdérselo.