El belén más ecológico de la Pola: hecho a mano y con material reciclado

Rafael López trabajó ocho meses para elaborar el nacimiento con objetos de desecho: "Cuesta hacerlo, pero no canso de mirarlo"

El trabajo del poleso Rafael López es minucioso, ecológico y paciente. En ocho meses de esforzada labor ha conseguido dar forma a un gran belén que se expone estos días y durante toda la Navidad en la plaza Cubierta de la Pola, dentro de la muestra anual de nacimientos del mundo que organiza el colectivo belenista local. En la elaboración de esta creación de doce metros cuadrados de superficie se ha gastado muy poco, porque todo se ha hecho con materiales reciclados. Por ejemplo, las botellas de una tienda de vino "son los botecitos de plástico de colirio para los ojos, cortados y pintados". "Para dar forma a los ladrillos en miniatura uso los blísters de pastillas vacías, que me sirven de molde", explica López, orgulloso de su creación. "Me sirve cualquier material, todo lo que encuentro por casa, en la naturaleza o, incluso, en la calle, a todo le encuentro una utilidad", añade.

Un pequeño trozo de tela y de hilo sirve para dar forma a pequeños zapatos y alpargatas que se venden en la tienda del zapatero. Piezas circulares de plástico se han reconvertido en platos pintados o en diminutos vasos de la taberna, mientras que abalorios de collares hacen de botellas, plásticos verdes recortados se convierten en palmeras del desierto, lleno de casitas de cartón y "con varias pruebas de pintura, hasta dar con el tono que mejor iba a los dioramas, para que no destacara demasiado el cielo", relata.

En su nacimiento hay, además, un burro trillando maíz, accionado por "un motor que compré de segunda mano". A su lado, el trillo en miniatura tiene piedras auténticas clavadas. No faltan las tiendas de todo tipo, con hortalizas modeladas a mano una a una, el palacio de Herodes y varias escenas de la vida de Jesús que arropan al conjunto central, el portal de Belén.

"Me lleva mucho tiempo pero me encanta, porque me relaja y después de todo el esfuerzo merece la pena ver cómo queda. Cuando está aquí todo puesto no me canso de mirarlo. Es una pena que solo se pueda ver desde el escaparate, porque hay muchos detalles que se escapan, con hornos que tienen luz y cerca de 300 figuras en total", señala López.

Esther Bayón, su mujer, contempla el montaje con resignación, porque lleva una semana tener cada cosa en su sitio convenientemente fijada y al final de la temporada "muchas cosas tienen que desarmarse y hacerse nuevas". Pero Rafael lo hace con cariño, porque le gustan estas fechas y los trabajos manuales. Una forma de acercar el espíritu navideño a los más pequeños, que, con las caras pegadas al cristal, no dan crédito a todo lo que se puede hacer reciclando.