Un hoyo para salir de otro: el hostelero de la Pola Gabriel Hinciano supera la adicción al alcohol jugando al golf "con alegría y pasión"

"Gracias a la terapia dejé de culebrear por ahí, me tomaba una cerveza y pasaba tres días fuera. Ahora todo cambió, tengo una familia y soy feliz",

Gabriel Hincianu Rusu en la terraza de su establecimiento con la bolsa y los palos de golf.

Gabriel Hincianu Rusu en la terraza de su establecimiento con la bolsa y los palos de golf. / SARA ARIAS

El golf le cambió la vida al hostelero de Pola de Siero Gabriel Hinciano Rusu. Este deporte le ayudó a salir de un gran hoyo, el de la adicción. Hace cinco años tomó la firme decisión de no volver a beber alcohol, acudió a un centro terapéutico para comenzar a rehacer su vida y allí le recomendaron, entre otras cosas, buscarse una afición. "Mi padre trabajaba en el campo de golf de Villaviciosa y siempre me había llamado la atención las veces que iba a echarle un cable, así que empecé a practicar", comenta.

Era el año 2018 cuando comenzó con un curso de iniciación en Las Caldas, en Oviedo, dando muchas clases con Manuel Casielles, quien le enseñó la técnica y la táctica del golf. "Cada rato que tengo me escapo a jugar", confiesa. Participó en muchos torneos y en 2021se convirtió en campeón de Asturias de segunda categoría. "Tengo ya una buena vitrina en casa llena de trofeos y desde 2022 estoy en primera categoría de aficionados, que es mucho más difícil, aunque el otro día quedé tercero en un campeonato en Villaviciosa", subraya.

El golf fue un aliciente para mantenerse sobrio. Pero asegura que lo que más le ayudó fue acudir a terapia especializada: "Dejé de culebrear por ahí, me tomaba una cerveza y pasaba tres días fuera", recuerda. Pero ese tiempo ya ha pasado en su vida gracias a su capacidad de superación y al golf, que me da alegría y pasión".

El deporte, además de encarrilar su vida, le dio lo que más quería, una familia. "A mi mujer la conocí porque jugaba con su padre y un día vino a comer aquí con ella y fue un flechazo, llevamos cinco años juntos, nos casamos el año pasado y tenemos dos críos. Soy muy feliz", destaca Hinciano.

Hinciano en su negocio.

Hinciano en su negocio. / SARA ARIAS

Se encuentra en plena forma y ahora quiere que su experiencia sirva a otros para salir adelante de los problemas de adicción. Por eso, se ha formado como monitor y se ha sacado un máster de terapeuta con la idea de abrir un centro en Siero. "Estamos en ello, pero es difícil", señala. Lo quiere hacer porque en terapia vio la vida de otra manera. "Vale mucho porque te sirve para hablar, es una enfermedad emocional y te curas por la boca, hablando", afirma.

El hostelero anima a cualquier persona que lo necesite a acudir a su establecimiento de la Pola, el Mesón Siero, para charlar y animarle a emprender el camino de la recuperación. "A los cuatro meses ya empiezas a ver cambios, yo no estaría aquí sin el tratamiento, comparo la vida que tenía antes con la que tengo ahora y no hay color. Disfruto del trabajo, del golf y la familia, ¿Qué hay más guapo que eso?", sostiene Hinciano.

Además, cree que no hay que tener vergüenza en admitir y contar los problemas de adicción. "Antes hasta los padres tenían miedo de que la gente lo supiese, pero es peor destrozar una familia, acabar muerto o en la cárcel", afirma. Y el golf ha sido un auténtico empuje para el hostelero, afincado en Siero desde 2013. "En cuanto puedo me escapo a jugar, suelo ir dos veces mínimo a la semana, llevo la bolsa con los palos siempre en el coche", reconoce.

Hinciano escancia un culín.

Hinciano escancia un culín. / SARA ARIAS

En los entrenamientos lucha contra sí mismo. Algo que le sirve mucho en su proceso de recuperación, dándole fuerzas para seguir adelante con su estabilidad actual. "Estoy allí cuatro horas a mi bola y no me acuerdo de nada, es mi momento para disfrutar de mí mismo", dice. Todos los días se demuestra a sí mismo que está superando la adicción. Tiene un bar. Maneja a diario bebidas alcohólicas, escancia un buen culete de sidra y nada le hace volver a querer probar una gota de alcohol, porque con la terapia y el golf su vida es otra, mucho mejor.