Así cocinan el éxito las guisanderas de Siero: "No hay rivalidad, todas somos compañeras y nos ayudamos unas a otras"

Celebran 25 años de trayectoria del colectivo con nuevos proyectos y un libro que se presenta este lunes en el Auditorio de la Pola

Por la izquierda, Maite Fernández, Amada Álvarez, Gloria Paradelo, Yvonne Corral y Sara López, con su libro en Casa Telva, en Valdesoto

Por la izquierda, Maite Fernández, Amada Álvarez, Gloria Paradelo, Yvonne Corral y Sara López, con su libro en Casa Telva, en Valdesoto / Luján Palacios

En un mundo de rivalidades en todos los ámbitos de la vida, las guisanderas asturianas han sabido hacer de los fogones el mejor punto de encuentro, un espacio para compartir y una red de ayuda femenina. “Una especie de coworking que está tan de moda”, aseguran. Inmersas todavía en la celebración de las bodas de plata de su Club, las guisanderas presentan este lunes en el Auditorio de Pola de Siero (19.00 horas) el libro que recoge los 25 años de vida de este colectivo, creado por un puñado de entusiastas que no ha dejado de crecer, pero siempre “manteniendo nuestra esencia”.

Gloria Paradelo (Restaurante Panduku), Maite Fernández (Restaurante La Costana) e Yvonne Corral y Sara López (Restaurante Casa Telva) son las cuatro guisanderas del concejo de Siero, las que desgranarán para el público un resumen de su trayectoria profesional acompañadas por Amada Álvarez, la presidenta del Club. Todas ellas se reunieron para LA NUEVA ESPAÑA en Valdesoto para compartir recuerdos y perspectivas de futuro en un momento cambiante, pero siempre apoyado en sus guisos con fundamento.

Porque, ¿qué ha pasado a lo largo de todos estos años? “Ufffff… De todo, muchísimas cosas”, aseguran al unísono. Pero, por encima de todo, lo que ha sucedido es que “somos un grupo de amigas, cada una tiene su negocio y hay algunas que lo tienen enfrente unas de otras, pero no hay ninguna rivalidad entre nosotras, y mira que parece imposible”, afirman tajantes. Y entusiastas, llenas de vida, quitándose la palabra unas a las otras y compartiendo una bandeja de dulces con café, como en las reuniones de buenas amigas.

“Compartimos recetas y trucos, nos preguntamos unas a las otras cómo hacen ellas las cosas, y eso es bueno para todas”, explica Yvonne Corral, que fue una de las fundadoras del club hace 25 años. “Y así a lo tonto ya soy de las más veteranas”, bromea. Hace un cuarto de siglo, la creación de este colectivo fue casi una necesidad. “Parecía que sólo se valoraba la labor de los cocineros varones, y nosotras además de cocinar teníamos que hacer todo: la casa, los niños, y el restaurante claro”, expone Gloria Paradelo. Todas tienen anécdotas para contar en ese sentido, de jornadas maratonianas y chiquillos que dormían “encima de un congelador, o entre dos sillas, hasta que nosotras acabábamos”. Era necesario “visibilizar, que se supiera que estábamos ahí y que hacíamos un gran trabajo”.

Poner en marcha el Club de las Guisanderas fue todo un soplo de energía al que enseguida se sumaron nuevas cocineras. “Empezamos 13 y enseguida, al mes, ya éramos 18. Llegamos a ser más de 42, y ahora estamos en 39”. Porque algunas se van jubilando y dando de baja, pero aún queda músculo. “Hay relevo, pero queremos que se sume gente joven”, indica su presidenta. Porque “queda mucho por hacer, hay que venir con ganas de trabajar y aportar”.

Los requisitos para ser guisanderas pasan por tener negocio de restauración en propiedad o copropiedad, llevar al menos diez años en la cocina de forma profesional, pertenecer a OTEA y ser amadrinada por otra guisandera. Y por supuesto, hacer una cocina basada en la tradición, en los fundamentos heredados de generación en generación. Porque las integrantes del club tienen por bandera “conservar las recetas de siempre, las formas de hacer”, y a la vez, compartir, formarse y conocer. “Se nota un retorno a la cocina, quizás impulsado por la pandemia. Ahora todo el mundo quiere hacer sus pinitos y nuestros libros son un éxito”, recuerda Maite Fernández. Ellas ofrecen recetas, trucos y consejos, y en el libro que presentan el lunes en la Pola “tenemos un protagonismo especial por el 25 aniversario”, apunta Sara López.

En todo este tiempo sus restaurantes en Siero han crecido, se han modernizado, las cartas son más variadas, con algunos toques internacionales y con diversificación del negocio hacia otras ramas como el catering. Pero en esencia “somos lo que somos, con una cocina tradicional a la que se añaden innovaciones en la presentación o una formación más científica. Pero queremos que siga oliendo a pote cuando abrimos la ventana”, recalca Amada Álvarez.

Navegan en un mundo complicado, de mucho sacrificio y no pocos equilibrios con la vida familiar, en el que la vocación es fundamental, y para el que tienen ya en marcha varios proyectos. “Poner algunos platos en el lugar que les corresponde, y sacar un libro de remedios caseros”, desvelan, satisfechas de estar “en el lugar en el que queremos”, empujando la tradición hacia el futuro desde sus negocios sierenses y con el convencimiento de que “nosotras no vamos con las modas, sino que pensamos en permanecer. Como nuestra cocina”.