Los niños de Faes (Valdesoto) tienen "Güelifriends": así es el singular proyecto de convivencia del colegio local

Los escolares comparten amistad y juegos con los abuelos de una residencia de mayores de El Berrón desde hace ya tres años

Los niños del aula de Faes del Colegio Rural Agrupado tienen desde hace tres años unos amigos muy especiales: peinan canas, atesoran toneladas de experiencias y tienen un buen humor envidiable. Son los "Güelifriends", un grupo de ancianos de la residencia de JOCA en El Berrón, con los que establecieron un vínculo imborrable ya va para tres años.

Todo surgió, como explica la maestra encargada de este proyecto, Yolanda García, a través de Ana Menéndez, la madre de una alumna y directora del centro de mayores. Fue durante el confinamiento por la pandemia, ante la constatación de que los abuelos estaban tristes en aquellas circunstancias de soledad impuesta, y los docentes, familias y niños de Faes no dudaron en involucrarse de lleno en este proyecto.

"Empezamos con videoconferencias ya en el 2020, cuando los niños volvieron a las aulas con grupos burbuja, y desde entonces no hemos parado, ya va para tres años que mantenemos el vínculo con los abuelos y para seguir", asegura la maestra. Al principio escribieron un cuento para que los pequeños conocieran el proyecto intergeneracional, y a partir de ahí, el "Teams" se convirtió en su vehículo de comunicación, con conexiones cada poco para compartir juegos como el bingo, el quién es quién o para hacer bailes que llenan de alegría a los mayores.

Con el paso del tiempo y la vuelta a la normalidad sanitaria los niños han podido conocer en persona a sus "Güelifirends". "Siempre el mismo, para que los pequeños tengan siempre a una persona de referencia", explica Yolanda García. En estos tres años han tenido que despedirse de alguno de los abuelos que ha fallecido, pero "ha sido una experiencia muy bonita, porque hemos trabajado la muerte en clase y los niños se lo han tomado muy bien, con mucha naturalidad; a quienes les murió el abuelo les hemos asignado otro y ahora presumen de que tienen dos", relata la maestra.

Además las familias se han implicado de lleno con el proyecto, tanto las de los niños como las de los mayores, y se ha establecido un vínculo que va más allá de las aulas. Porque "los padres tienen la oportunidad de llevar a sus hijos a ver a los abuelos a lo largo del año, fuera de las actividades del colegio". Y a esas visitas particulares se suman las que hacen los escolares de excursión, para compartir el día con sus amigos de la residencia. Una de ellas suele ser en Navidad y la otra fue esta misma semana. Los niños y los abuelos compartieron una sesión de juegos de antes, con una elaborada yinkana en el espacio exterior del centro de mayores, y con una merienda colectiva. Y a todo ello se suman las conexiones por Internet cada quince días, que unos y otros esperan como agua de mayo.

"Es una experiencia preciosa, los niños que empezaron con ella llevan ya tres años y no quieren dejarlo, se establece un vínculo muy especial porque los abuelos y los niños se entienden muy bien", reflexiona García, dispuesta a continuar con este singular proyecto "hasta que todos ellos quieran". Y quieren tanto que "cuando algún mayor se ha muerto, las familias nos han agradecido este trabajo de forma muy emotiva. Otros han llegado a pedir a sus familiares que justo ese día no fueran a visitarlos porque tenían videoconferencia con los niños".

Una forma de tender puentes y demostrar que, como en casi todo lo que importa, la edad no es impedimento.