"Turrón", el labrador que detecta la ansiedad y las emociones: así trabaja el "perro de asistencia" en el IES de La Fresneda

El centro es el primero de España en implantar en Secundaria un sistema de apoyo a través del que se controlan comportamientos inadecuados o estados de crisis emocionales

Lucía Rodríguez

La Fresneda (Siero)

«Turrón» llega cada viernes al Instituto de Educación de Secundaria La Fresneda, en Siero, para asistir a las clases de primero y segundo de la ESO. No lleva mochila, no sabe lo que es una ecuación de segundo grado, ni en qué año fue la Revolución Francesa, pero se integra en las aulas perfectamente. Es uno más. Y es que este labrador de seis años de edad apoya desde que tenía solo dos meses a los centros educativos como «perro de asistencia» para controlar los comportamientos inadecuados, las crisis de ansiedad, si hay casos de autismo, déficit de atención o se produce algún trastorno que puedan padecer los alumnos.

El instituto sierense es el primer centro de Secundaria en toda España que implanta en sus aulas el «Método Pellitero». «Hasta ahora, este sistema se había utilizado enfocado a Infantil y Primaria, y también en residencias de mayores y centros de discapacidad, pero nunca en un instituto», indica su creador, Juan Luis Pellitero. 

Utiliza perros de asistencia, que «son formados específicamente desde cachorros por uno más veterano para detectar las necesidades que hay en el aula y comportarse de manera adecuada con cada tipo de alumno». «Turrón» es capaz de detectar estados de ansiedad, de agitación o de miedo, y adoptar el comportamiento que modula esa situación. Algo que, según Pellitero, «va en el patrón genético de esta raza y nosotros solo nos centramos en otorgarle las competencias necesarias». 

La directora del IES La Fresneda, Isabel Rivera, y la coordinadora del proyecto, Yolanda Moreno, indican que «de un tiempo a esta parte, venimos notando que hay alumnos que tienen un comportamiento que no es el más adecuado para su edad, y a finales de curso pasado nos pusimos en contacto con Juan Luis Pellitero para probar el sistema en clase». Los resultados fueron prácticamente instantáneos. «El objetivo principal es servir de apoyo y de recurso del profesorado para mejorar diferentes áreas curriculares o a nivel de actitud del alumnado», explican.

Actualmente, lo que más se necesita es trabajar los aspectos emocionales, como «la autoestima, la seguridad en uno mismo, diferentes dificultades que aparecen en la adolescencia con relaciones interpersonales con otros grupos de alumnos o de alumnas, intentar dar estrategias y recursos para que los alumnos puedan convivir», detalla el creador del método.

Añade que «ahora mismo, como todos bien sabemos, con el tema de las redes sociales hay un conflicto importante y es una de las cosas que también trabajamos bastante». La utilización responsable de las redes sociales, de la interacción entre ellos, ha cambiado los roles de comunicación completamente. «Intentamos que, aunque hayan cambiado, se sigan manteniendo los niveles de respeto, de convivencia y de responsabilidad efectiva hacia los demás», apunta.

Rivera y Moreno destacan también la ayuda que «Turrón» presta a los alumnos de Bachiller, sobre todo aquellos que están preparándose para acceder a la Universidad. «Hay determinados chicos a los que esto les produce altos niveles de ansiedad» y en estos casos, «trabaja con ellos individualmente». «Ellos lo acarician o incluso le dan un paseo por el centro y consiguen que ese desasosiego vaya desapareciendo», aseguran.

Cada viernes, los alumnos del centro esperan con ilusión que «Turrón» aparezca por la puerta del instituto. Pocos son los que no se acercan a saludarle y acariciarle cuando entra de mano de Gorka Magunazelaia, el psicólogo que acompaña al can, a los alumnos y profesores en el desarrollo del método en las aulas. 

«Lo primero que hacemos es recordarles unas normas a tener en cuenta, mientras él está en la clase», señala este último, como tener las mesas y el suelo recogidos para que el perro no se tropiece y se pueda hacer daño, evitar las faltas de respeto, levantar la mano para hablar y no montar alboroto para que «Turrón» no se estrese son las directrices básicas. A partir de ahí, la clase continúa con normalidad y, «en caso de que en un momento determinado, él observe que la cosa se sale de tono, se retira y se va». 

«Turrón» no solo presta apoyo a los alumnos de La Fresneda. «Él ha sido el que ha enseñado a toda la generación de cachorros hasta el año pasado, porque ahora, con seis años, un perro como él ya no tiene paciencia para eso». A cambio, «Galleta», otra perra más joven, le releva en el cargo. «Tiza», «Coco», «Bella», «Miel» o «Nica» son los nombres de algunos otros de los perros de asistencia que Juan Luis Pellitero ha formado y contribuyen a que el respeto, la tolerancia o la empatía continúen formando parte de los valores para lograr dar «humanidad» a las personas.

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