Perros de "récord": una gran danés y un ratón de Praga, atracción y buena armonía en La Fresneda

Los canes, que viven juntos, llaman la atención por su diferencia de tamaño: «A veces nos paran para hacerles fotos, por el contraste»

Perros de "récord": una gran danés y un ratón de Praga, atracción y buena armonía en La Fresneda

Lucía Rodríguez

Lucía Rodríguez

La Fresneda (Siero)

Según el Guiness de los récords, «Pearl», una chihuaha de Florida, es la perra más pequeña del mundo con 9,14 centímetros de altura. Y «Reggie», residente en Idaho, es el más alto, un gran danés de 1.007 metros. Ambos se encontraron en abril, en una cita organizada en Estados Unidos,y fueron inmortalizados juntos para dejar constancia gráfica de su diferencia de tamaño. Pero no hace falta irse tan lejos para encontrar amigos de cuatro patas singulares en dimensiones y que, además, convivan en el mismo hogar, haciendo que sus divergencias en altura y peso llamen la atención. Rosa Rabanal y su hija Daniela Gómez viven en La Fresneda (Siero) y son las propietarias de «Anna» y «Cooper», una gran danés y un ratón de Praga que comparten techo en perfecta armonía y que atraen todas las miradas cada vez que salen juntas de paseo.

Ambas mascotas llegaron a casa de Rabanal cuando eran tan solo unos cachorros. "Se llevan dos años, y tienen ahora mismo ocho y seis". Y, aunque parezca mentira, "Anna" es la pequeña. "Ella pesa cerca de los 70 kilos y mide algo más de un metro. A pesar de ser un gran danés, es pequeña para su raza, pues sus padres pesaban 80 (hembra) y 120 kilos (macho)". "Cooper", por su parte, "pesa tan solo tres kilos y anda aproximadamente por los 15 centímetros de altura". Algo que, además, influye directamente en la cantidad de comida que ingieren. Un kilo de pienso para ella y apenas 200 gramos para él. Unas diferencias que no han impedido que entre ellos se establezca un vínculo especial.

La misma conexión que tienen con Rosa Rabanal y Daniela Gómez. "En el momento en el que entran en tu casa, se convierten en uno más de la familia y de tu entorno", explican. A pesar de que no le gusta "humanizar" a los animales, "sí que es cierto que la relación que se crea entre ellos y nosotros tiene algo especial". Tanto es así, que la propietaria de las mascotas asegura que "saben cuándo estás triste o enferma y se esfuerzan por hacer que te sientas mejor y cuidarte, a su manera".

La llegada del ratón de Praga a casa fue por casualidad, "porque fue un regalo", pero Rosa Rabanal reconoce que "lo de 'Anna' fue por decisión mía". "Habíamos perdido hacía poco a un pastor alemán, y aunque este tipo de pérdidas, para mí, son irremplazables, teníamos claro que queríamos un perro grande. Vi un gran danés en un mercado que fuimos a visitar y me enamoré", señala.

Aunque la convivencia entre grande y pequeño es muy buena, sí hay diferencia de caracteres. Mientras que "Anna" es muy tranquila y sociable, "Cooper" es todo lo contrario. "Ella se puede quedar ensimismada observando una mariposa durante horas, mientras él es más inquieto y más protestón". Tanto es así, que "cuando salimos al parque y se relacionan con otros perros, él es el que monta la gresca y luego viene a buscarla a ella para que le respalde", indica Rosa Rabanal.

Los perros, con su propietaria.

Los perros, con su propietaria. / L. R.

Reconoce que "he dejado de ir a sitios con ellos porque era imposible pasear". Y no precisamente por culpa de estos compañeros de cuatro patas, sino porque "es inevitable llamar la atención, por el contraste entre ambos y, en concreto, por el tamaño de ella, y en muchas ocasiones, la gente nos paraba para hacerles fotos".

A pesar del gasto, porque "creo que cuando tienes un animal en casa tienes que tenerlo en condiciones"; de tener que salir a pasear haga frío, llueva o nieve, o de haber tenido que aguantar alguna que otra trastada "proporcional al tamaño de cada uno"; Rabanal asegura que merece la pena. Y una de las grandes ventajas que destaca es cómo la convivencia con "Anna" y "Cooper" ha influido en el desarrollo y el carácter de su hija Daniela. "Los niños que viven con mascotas, en mi opinión, son sensibles y aprenden conceptos como el respeto y la responsabilidad". Además, "son conscientes de que hay sentimientos que se pueden expresar mucho más allá de las palabras, tan solo con un gesto o una mirada".

Para Rosa Rabanal y Daniela Gómez, "Anna" y "Cooper" forman parte de su familia y, en muchas ocasiones, "son el apoyo que necesitamos en un momento de bajón y los que nos hacen levantarnos cada día".

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