"Pasamos mucho frío", dicen los vendedores de la plaza de Pola de Siero, que piden usar el interior en los meses de mal tiempo

La mayoría comercializan productos de la huerta que, aseguran, pierden calidad con la exposición a las inclemencias del tiempo

El mercado de alimentación de la Pola pide refugio

Lucía Rodríguez

Lucía Rodríguez

Pola de Siero

"La ubicación es muy buena, pero nos gustaría que se habilitara el interior de la plaza cubierta porque en invierno pasamos mucho frío". Es el sentir general de los vendedores del mercado de productos de la huerta y alimentación que cada martes se celebra en Pola de Siero. Actualmente, los alrededor de medio centenar de puestos se encuentran situados en el soportal de la plaza. "Nos refugia, más o menos, de la lluvia, pero estaría bien que en los meses de mal tiempo se pudiera utilizar el interior de las instalaciones", indican.

"Además del frío, hay muchos de los productos que vendemos aquí que no pueden estar expuestos continuamente al sol, porque se estropean y pierden calidad", explica María del Rosario Peón, una de las vendedoras de la plaza de Pola de Siero, con un puesto en el que pueden encontrar tomates, lechugas, pimientos, patatas, algunas frutas y plantón (esquejes para trasplantar). Famosa por sus fabas y hortalizas es Celia Vallina, a quien también se le puede encontrar en el mercado poleso desde hace ya seis años con productos de cosecha propia. Coincide con Peón en que las ventas han descendido mucho desde la crisis. "A la gente ya no le importa tanto la calidad del producto como el precio que tenga, van a lo barato", indica. Para Vallina, además, otro de los inconvenientes con los que se encuentran los clientes es la falta de aparcamiento: "Hay mucha gente que ya no viene porque o bien no encuentra plaza o los aparcamientos quedan muy lejos".

Por no hablar del transporte. "La mayoría de la gente que acude al mercado son gente mayor, que se desplazaba desde los pueblos cercanos. Esas personas han dejado de venir porque ni siquiera hay un transporte público que les pueda acercar hasta aquí", comenta. Mientras, Luis Pérez, que viene desde Lugones, mira su reloj. "Son las once de la mañana y apenas hay gente, cuando hace unos años a estas horas no se podía ni caminar", apunta. Y "cada día va a peor", asevera.

Vallina señala, además, que "después del covid se perdió esa tradición de venir y nos va a costar mucho que vuelva a ser cómo antes". De eso sabe bastante Concepción Rodríguez, de La Barganiza (Siero), que lleva más de tres décadas vendiendo los productos que su propia familia cultiva. Antes lo hacía ella sola y ahora cuenta con la ayuda de su hija, Azucena López. "Empecé a vender en el mercado porque me sobraban cosas de las que tenía en casa y decidí que esto era mejor que dejar que se echaran a perder", cuenta. Mucho han cambiado las cosas desde que Conchita, como la conocen sus compañeras, empezara a vender su género en la Pola. "Antes nos dejaban vender muchas más cosas, incluso animales", recuerda. "Pitas" o conejos que se cotizaban bien, rememora.

A sus 80 años recién cumplidos, Concepción Rodríguez continúa cultivando sus productos de la huerta, "menos, porque ahora ya me resulta más difícil", y no tiene pensado jubilarse de momento. "¿Qué hago en casa metida sin moverme? Hay que salir y vender lo que se planta", sentencia. "Ahora estamos mucho peor, hay muchas cosas que, por restricciones de sanidad, no se pueden vender y lo poco que hay no se vende", concluye.

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