El espíritu del emblemático bar nocturno Abre César revive en Pola de Siero con una gran fiesta: “El ambiente era único”
Antiguos camareros y clientes se reúnen como tributo al local en una cita que "para el corazón es muy buena”

Foto de familia de antiguos camareros y clientes del Abre César. / P. A.
La vida de un pueblo durante la noche. Una familia. El templo. Una tribu. Un lugar entrañable. O un gabinete psicológico. Son, a bote pronto, las definiciones en pocas palabras de los antiguos camareros y clientes de un mítico rincón de Pola de Siero, que bajó la persiana hace ya ocho años. Por unas horas, este sábado, el Abre César volvió a resurgir. Lo hizo entre música, fotos, recuerdos y anécdotas, de los que disfrutaron de este emblemático bar de la Pola durante tres décadas. “Estas reuniones para el corazón son muy buenas”, indica, con emoción, César Loredo, el alma del Abre, que arrancó en 1988 con su hermano Valentín, y que en 2017 cerró al público tras un montón de experiencias y recuerdos que aún acumula en su retina.
Muy cerca de la calle San Antonio, en la plaza Les Campes, el Café Bar Amigo fue el punto de encuentro muy especial, en el que en una pantalla aparecieron en bucle fotos antiguas de buenos momentos en el Abre, en una esquina los antiguos compañeros fueron “pinchando” la música durante todo el día, con ese rock and roll tan icónico que le caracterizaba. Y también los antiguos clientes se sumaron esta vez a la fiesta.
"Lo que nos unía era el bar"
“Estuve con 18 años, cuando abrió el bar, y tampoco falté a la fiesta de la despedida”, cuenta Susana García. “El ambiente era único. Como una tribu. Entre los que parábamos había gente muy diferente del otro. No nos unía nada. Solo el bar, la música y el ambiente que se respiraba. Si ibas sola, en realidad allí ya no estabas nunca sola”, rememora.
César Loredo reconoce que, tras tres décadas en el Abre y otras casi dos trabajando en la hostelería, su vida ahora es “tranquila”. “Libros, música e incluso estoy con algún pinito en la literatura”, confiesa, antes de recordar ese “ambiente de familia y amigos” del Abre.
“Siento todo ese cariño ahora con el reencuentro”, apunta. Miles de anécdotas, historias y momentos pudo disfrutar tras la barra Loredo, de un local especialmente nocturno, pero que también tuvo vínculos culturales y deportivos, como haber sido sede de la Peña Chechu Rubiera de ciclismo, o la sportinguista Iván Iglesias de fútbol. “Lo curioso es que el día que la inauguramos acababa de fichar por el Oviedo”, rememora.
“El Abre era el templo”, espeta Fernando García, uno de los primeros camareros que trabajaron allí. “Era el punto de encuentro, no había móviles, salías el fin de semana, y sabías que allí te encontrabas. Un día como hoy de reunión es un poco también esa nostalgia de juventud”, añade. “Éramos todos una familia. Y esa amistad entre nosotros, y con los clientes también, era algo único”, valora Lluismi Orviz.

Javier Bovio y Alejandro Braña, con una foto detrás antiguo en la que aparecen los jugadores del Sporting Iván Iglesias y Mario Cotelo. / P. A.
Nacho Fonseca, otro que le tocó estar tras la barra, se queda “con el ambiente entrañable”. Y a su lado, Michel Vallín, cliente habitual, lo define como “una consulta”: “Allí se hablaba con quién estuviese. Era un bar de quedar”. Más protagonistas de los 30 años. Javier Bovio y Alejandro Braña, de etapas y edades diferentes, pero también trabajadores del Abre. “La música era totalmente distinta al resto de los sitios”, relata Bovio, que tuvo allí su primer trabajo. “Era con el centro psiquiátrico de la Pola o un gabinete psicológico”, añade Braña con una sonrisa. “Se hablaba de todo, era un lugar emblemático”, enfatiza.
“Lo echamos de menos. Ojalá volviese”, coinciden en señalar entre recuerdos los que disfrutaron del Abre César, entre rock and roll como acordes principales. “Pero también metimos algo de salsa una época y cuajó. O tangos del grupo “Malevaje”. Y música de otros estilos, de artistas como Willie Colón o Rubén Blades. Creo que hicimos un poco de educadores de los oídos de la gente”, concluye César Loredo.
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