Esta es la historia de cómo un gijonés lindero desde la cuna con Siero se ha convertido en un sierense lindero con Gijón.

Un gijonés al que, cuando le preguntan, no sabe ya si decir que es de Gijón o de Siero. Esa relación con banda sonora, "Corazón partío", nació hace ya más de veinte años, cuando decidimos restaurar la casa y el hórreo construidos en 1904 por mi bisabuelo y venirnos a vivir a la parroquia de Muñó, en Siero. Desde entonces, desde nuestra casa familiar vemos el Picu Fariu, una joya cercana para todos aquellos a los que nos gusta el deporte al aire libre y el contacto con la naturaleza. Sus vistas desde la cima, sus caminos y sendas enmoquetados con las agujas caídas de los pinos que suavizan el paso a caminantes y ciclistas, hacen las delicias de los que disfrutamos ese entorno.  

Veo la peña Careses, majestuosa como una pirámide perfecta desde nuestra perspectiva, que asoma entre los montes de la Collada. Junto a ella, el picu Castiello, peña de roca caliza de formas imposibles. 

Y si me gusta lo que veo, me emociona pensar en lo que no veo y la vegetación y la tierra esconden. En el mismo Picu Castiello, un castro de la edad del hierro, con restos que habrán escapado a las excavaciones arqueológicas realizadas por el ingeniero Felipe Valdés en 1899. Las puntas de lanza, las hebillas y agujas encontradas por este, se exponen en el museo arqueológico de Oviedo. Hace ya años, siendo adolescentes, entrabamos en una cueva situada en la ladera de la peña y con gran sorpresa encontrábamos en la pared de la roca una inscripción en letras árabes y cuidada caligrafía. Mi imaginación me hizo ver moros huyendo de Pelayo en nuestro concejo, hace 13 siglos, pero la consulta años después a un experto, me tradujo el texto y la situó en fechas más recientes: "assalam 'alaykum", (La paz sea con vosotros).

Hace ya años, siendo adolescentes, entrabamos en una cueva situada en la ladera de la peña y con gran sorpresa encontrábamos en la pared de la roca una inscripción en letras árabes y cuidada caligrafía

Una paradoja en plena guerra civil, con tropas moras en el concejo en esa triste contienda. Las laderas de la Collada de Atrás que veo desde casa, también esconden tesoros, en este caso naturales. La fluorita, mineral formado por hermosos cristales cúbicos de diferentes colores, se ocultan en sus entrañas.

Algunos ejemplares que ya vieron la luz en la época en la que una empresa minera explotó parte del yacimiento, se exponen en lugares destacados debido a su enorme belleza en los mejores museos del mundo. Indescriptible sensación de orgullo y emoción ver la etiqueta de La Collada-Siero (Asturias), en el Smithsonian de Washigton o en el Museo de Ciencias Naturales de Londres. Aún hoy, aunque con menos frecuencia, aficionados a la geología de todos los lugares del mundo, visitan los restos de la explotación en nuestro concejo.

El yacimiento de fluorita era descubierto cuando se trabajaba en el trazado de la línea ferroviaria Gijón-San Martin del Rey Aurelio. El tren nunca llegó a circular, aunque llegaron incluso a comprarse las locomotoras

El yacimiento de fluorita era descubierto cuando se trabajaba en el trazado de la línea ferroviaria Gijón-San Martin del Rey Aurelio. El tren nunca llegó a circular, aunque llegaron incluso a comprarse las locomotoras, dejando cerca de nuestra casa puentes, túneles y caminos que evocan duro trabajo y fracaso. Sin embargo, algunos de esos tramos ferroviarios de escaso desnivel, hacen las delicias de nuestros paseos familiares en bicicleta. Lástima que un recurso turístico tan atractivo como una senda verde, nunca se haya podido llevar a cabo en su totalidad.

Y como buen aficionado al ciclismo, que decir de las carreteras que nos rodean. La carretera de la carbonera, por citar una. Jovellanos la propuso para dar salida al carbón de Siero conduciéndolo al puerto de Gijón. Dicen que fue la primera carretera de peaje de España. Ni los beneficios de Amazon en el concejo igualarían en ingresos a un peaje municipal a los miles de cicloturiastas que la frecuentamos los fines de semana. Mejor no dar ideas…

Pero bromas aparte y para idea buena, la de restaurar la casa de mi bisabuelo. Después de haber viajado mucho, no se me ocurre un sitio mejor para vivir.