El viernes, 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen, nuestra patrona, el día prometía. Estamos en plenas fiestas del Carmín, después de que el día anterior, desde el bacón del Ayuntamiento, como en las grandes ocasiones, la pregonera polesa Montse Tomé, del castizo barrio de La Isla, leyera su sentido pregón, lleno de recuerdos y cariño a su tierra y a sus gentes, y nos invitara al festejo -ya Jovellanos hablaba de la necesidad de trabajar y festejar para mantener la armonía vital - en esta su 325 edición, con la responsabilidad y prudencia que exigen los tiempos que vivimos. Se pronostica un fin de semana de buen tiempo, que tanto necesitamos, con sidra, pincho y terrazas.

Tenía palabras, tema, argumentario, artículo y el título que a duras penas mantengo, pero una llamada de teléfono cambió el artículo y el  guion del día, y en décimas de segundo pasé de la alegría al dolor, del optimismo a la desazón,  a la incertidumbre, a la incomprensión, a la pregunta sin respuesta, al por qué Señor…

En un infortunado accidente de tráfico, a primeras horas de la mañana, en el Pajares, perdía la vida un amigo, hijo de mi gran amigo Eduardo, Iván Martínez Llosa, con quien he compartido muchas mesas, conversaciones, planes, vivencias e inquietudes y momentos de gran intensidad y emoción, alegrías y penas. Uno de esos momentos de gran emoción, recientemente, el pasado 28 de junio, lunes, a las 10 de la mañana, en la Iglesia de San Pedro Apóstol de Pola de Siero, cuando la Hermandad de los Estudiantes se prestaba a llevar en andas a la Virgen Peregrina de Éfeso de Pola a Oviedo y me invitó a que yo fuera uno de los porteadores juntamente con él , con su hermano Eduardo y otro compañero de la Hermandad, y con fuerza y brío encaramos la subida de la calle Celleruelo. ¡Lejos de todos pensar que era su despedida!

De todo ello he dado cumplida información en mi artículo del pasado domingo, 11 de julio, que titula “La Madre no se aparta…” , en el que recordaba que los creyentes somos peregrinos de la vida y en él intenté reflejar la felicidad que sentimos los que tuvimos el privilegio de portar a hombros a la Virgen Peregrina de Éfeso.

Hoy, Iván, ya está en la Casa del Padre, junto a su madre Queta y desde allí está pendiente de todos nosotros, especialmente de su familia (mujer, hijas, padre y hermanos…), amigos, vecinos…de su Hermandad de los Estudiantes, de la Travesera de Picos ,de las Capillas del Mosacro y de las palabras que escribo, que no me salen, que se entrecortan, que se tensionan…

Sé que en tiempos de fiesta escribir desde el dolor no es oportuno ni fácil, pues no mezclan las alegrías con las penas, pero faltaría a mi sentir si ocultará lo que siento en un día como hoy: sorpresa, incertidumbre, tristeza, pesar… Expresado mi dolor, solo me queda pediros que celebréis las fiestas según manda una tradición centenaria de trescientos veinticinco años- cuando el devoto matrimonio de Andrés Quintanal y María García construyeron una ermita a la Virgen del Carmen en la Plaza de Les Campes y al año siguiente, 1696 celebraron la primera fiesta en su honor- y que  apoyéis y ayudéis a la Sociedad de Festejos en momentos tan delicados y difíciles como estos, pues asumen una gran responsabilidad y van a realizar un ímprobo esfuerzo en beneficio y disfrute de todos.

  ¡Iván, que Dios te tenga en la gloria! ¡La Madre no se aparta!