Siempre he dicho que lo más difícil de un artículo es poner el título, ya que este tiene que provocar y animar al lector a leer su contenido, y esto me pasa a mí un martes, uno de los pocos soleados de este verano, cuando Manolo, vendedor de la ONCE, sonriente y gentil me dice:

-        Buenos días, José Antonio, desde que amanece apetece probar suerte…

-        Manolo, le dije, al comprarle el cupón: Ya tengo título para mi artículo.

Y a ello me pongo. No perdamos de vista que desde hace ya muchos martes -16 de octubre de 1310, hito fundacional de Pola- acuden muchos mercaderes, tratantes y vendedores de frutas y excedentes de huerta a vender reses, productos y demás enseres, así como a afilar navajas, reparar lozas o paraguas, cortar el pelo o afeitar la barba, comprar paños y arreglar zapatos o degustar los ricos bocadillos de bonito en lata que se vendían en la puerta de la plaza que miraba para Casa Fidel.

 Sé que nada más amanecer a uno le pueden apetecer muchas cosas, después de dar gracias a Dios por el nuevo día , seguir en la cama o bien levantarse, darse un paseo por la senda del Nora para admirar y rendir tributo a la madre naturaleza que airea, calma y relaja la cabeza, tomarse el café , leer el periódico , tertuliar con los amigos y si cuadra comprarse la lotería de la semana o el cupón del día, pues a todos nos seduce  pasar de pobres a ricos con un golpe de suerte gracias a la mediación de Manolo y demás colegas.

No hace mucho, un matrimonio mayor, forastero, que miraba  asombrado la Plaza de Abastos, me preguntó  qué era ese edificio y qué función hacía. Respondí como mejor pude, encomiando la figura del ilustre ingeniero riojano don Ildefonso Sánchez del Rio - benefactor de Siero, amante de la “prubina”, aceitunas y patatas -  y de las virtudes y originalidades de la misma, pionera en España, de los paraguas de hormigón armado y les invite a que visitarán, no lejos de allí, el Paraguas de la Estación de Autobuses, obra del mismo Ildefonso, recientemente remodelado por el prestigioso arquitecto señor Robert Brufau que, con su certero y minucioso trabajo, nos ha recuperado una joya que ofrece unos volúmenes y perspectivas visuales únicas que nos sobredimensionan. La Plaza estaba cerrada. De sus funciones y polivalencia no dije nada, estamos en época de covid.

Esta ocasional experiencia me ha hecho plantearme qué otras actividades podrían apetecer o encantar al visitante, al turista que no sólo busca sol y playa, sino vestigios culturales y humanos, y la respuesta la tuve fácil, ahora que la Comisión de Obras de la Parroquia de San Pedro Apóstol de Pola ha convertido en emblema de su campaña de sensibilización- cartelería, lotería de Navidad ya a la venta en el número 92.671,-  la pintura colorista, geométrica y vanguardista de nuestro gran pintor Casimiro Baragaña, del  que tenemos buenas muestras en el presbiterio de la citada Iglesia y en el enorme cuadro vanguardista  que preside el descansillo de las escaleras centrales del Ayuntamiento de Siero. A esto se pueden añadir muchas cosas que aconsejan una visita a Pola, desde tomar buena sidra,  degustar buena comida, escuchar gaita y tonada, ver a Cova y a Carmen, hijas de Constante , fotografiarse en la fuente del Pavo Real , deambular por el céntrico y clásico Parque Alfonso X el Sabio o por el moderno y vistoso  Parque Centro Habana, pero hay días que la Pola reverbera, se vuelva otra, se carga de vida y alegría, de vestigio humano, de  optimismo y fuerza y se convierte en símbolo de toda una comarca, la del centro – somos uno de los concejos más extensos de la zona con 211 kilómetros cuadrados de extensión—y esto ocurre siempre que hay fiestas , y especialmente todos los martes del año desde tiempos inmemoriales ( desde 1310) , de ahí que no tiene que sorprendernos que cada martes se impregne del embrujo de mucha historia, de muchos años y costumbres, de muchos recuerdos y personas y salgan todos ellos a recibirnos, a saludarnos , a vendernos lo que tienen y desearnos lo mejor, como hacen Manolo y sus compañeros que por el módico precio de un euro y cincuenta céntimos pueden convertir nuestra fantasía – hacernos ricos- en realidad. ¿Quién da más? Desde que amanece la Pola apetece. Sé que me he dejado en el tintero las nuevas formas de venta y las nuevas modas que imperan en el mercado, no en vano Pola va camino de convertirse en la capital de la venta excedente, pero ya hablaremos de ello en otra ocasión.

Manolo he cumplido lo prometido. Ahora te toca a ti convertir en realidad mi fantasía convertida en cupón. ¡Buen día!¡Feliz fin de semana de la Asunción!