La Nueva España de Siero

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Así como es preferible beber poco vino, pero bueno, que mucho y malo, de la misma manera es aconsejable leer poco y bueno, de calidad, que mucho y malo. Esta indicación me obliga a seleccionar lecturas, marcar prioridades y dentro de mis preferencias la literatura española en castellano; la catalana, vasca, gallega traducidas, antes que las extranjeras y todo por la sencilla razón que hay muchos autores de otras épocas españoles que no conozco lo suficiente y merecen que uno les lea, que profundice en ellos, que no me conforme con el tópico, con lo que se divulga de ellos, que no siempre se ajusta a la realidad y profundidad de su obra.

Esto me está pasando con la obra literaria de Clarín. Desde hace algún tiempo, de manera tranquila , sin prisas, voy leyendo y releyendo su obra completa, editada por “Ediciones Nobel” , patrocinada por el Grupo Masaveu y Cajastur,  y esta depara sorpresas que intentó airear. La gran mayoría de las personas sabemos de la  importancia de Clarín  como crítico y como autor de “La Regenta”, así como el protagonismo que tiene la ciudad de Oviedo en su trama argumental, hasta el extremo que hoy en la plaza de la Catedral, en una esquina de la misma se erige  una bella y esbelta estatua  de la Ana Ozores, La Regenta, que recrea la zona y revive el pasado. Pero Clarín es más que eso, y basta para ello profundizar en su narrativa breve.

Así es como me encontré con un personaje que me sirve para escribir estas letras, que llevan el mismo título del cuento, ”El número uno”, y cuyo protagonista responde al nombre de Primitivo Protocolo , hijo del bondadoso Remigio, y que según nos describe Clarín era un “chiquillo enclenque; a cada soplo de aire contestaba con un constipado, y era siempre la primera víctima, el primer caso, el ‘nominativo’ de todas las epidemias que los microbios, agentes de Herodes, traían sobre la tropa menuda de la ciudad…”, pero, no obstante Remigio, su padre, creía que a pesar de su debilidad física, nadie le pondría el pie delante, ya que su inteligencia era prodigiosa, aumentaba siempre que enfermaba, y que no en vano era el “número uno” de su Academia”…

Pero la vida enseña, y pronto Primitivo comprendió que su “número uno “ no era pasaporte para el éxito, que había muchos números unos en otras Academias, en otras actividades, en otras disciplinas, y es en esa brega de la vida- no valen solo las matemáticas- , cuando nuestro personaje se viene a menos; no sabe encajar los desengaños, las frustraciones, los fracasos y poco a poco vemos que Primitivo, según relata Clarín, “empezó a descomponerse, a encogerse y doblarse, a convertirse en una raíz cuadrada de su propia personilla…”

Todo este relato permite una reflexión en estos tiempos convulsos y confusos que vivimos. Si en todas las épocas se aireo la ceremonia del triunfo, creo que con más intensidad ahora, cuando la palabra éxito está en la boca de todos nuestros adolescentes, todos tiene sus ilusiones, sus fantasías , todos quieren dejar huella, hacer historia, prefieren ser cabeza de ratón antes que cola de león, aunque no todos tengan la misma percepción del concepto ‘éxito’; unos lo cifran en dinero, boato social y capacidad de consumo; otros, quizás menos, lo centran en su mundo interior o entorno familiar. No obstante es oportuna la  indicación que hacía el lictor romano al cónsul  vencedor cuando entraba en Roma : “Recuerda que eres hombre”.

Es bueno y deseable que  nuestros jóvenes tengan ilusiones, aspiraciones, sueños, pero a ser posible pasados por el tamiz de la realidad, de la verdad, del conocerse a sí mismos, y es aquí cuando me surgen las dudas y la culpa no es de ellos. ¿Favorece el sistema educativo que el alumno se conozca a así mismo ¿ ¿Qué conozca sus posibilidades y potencialidades?

Siempre he desconfiado de aquellas personas que me presentan la vida como si fuera un tobogán que se desliza cuesta abajo sin obstáculos, ya que la vida no es tan  fácil y tan brillante como se nos vende; ni tan imposible e inalcanzable, como denuncia el sector agónico y pesimista. Todo pasa porque uno se conozca a sí mismo, conozca sus posibilidades y sepa que sin esfuerzo no se consigue nada. ¿Favorece nuestro sistema educativo esta elección y   ese conocimiento? Me temo que no; lo único que le importan son las estadísticas- no podemos ser el país de Europa con más repetidores y el segundo con más ni-nis-,  y a ello se dedican, de ahí que con tres suspensos se pueda promocionar de curso, y con un suspenso se pueda presentar a Selectividad…Lo único que importa es ocultar el problema, no solucionarlo. Sorprende el caso de titulados universitarios empezando estudios de Formación profesional.

Por último, creo que va siendo hora que se conozca y reconozca el mérito en cualquiera de las esferas de la vida social, que la inteligencia y capacidad de trabajo de cada persona es diferente, y que si hay "Mesis y Ronaldos" en el fútbol, también los hay en todos los ámbitos laborales y merecen su reconocimiento y aplausos, pues personas así son las dinamizadoras de la sociedad y del verdadero progreso social. La sociedad española si quiere avanzar tiene que reconocer el mérito y aplaudirlo, surja donde surja, reine donde reine como hace unos  días se agasajaba, en el teatro Campoamor de Oviedo, a los galardonados con el Premio Princesa de Asturias. Es nuestra asignatura pendiente. Tenemos que dinamizar la sociedad y el camino siempre lo han marcado unos pocos. 

                               

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