La Nueva España de Siero

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Vicente A. Montes Álvarez

Premiados

Hay personas que sin ostentación alguna dedican parte de su vida a preocuparse por los demás. Ciertos son personas sencillas que tropezamos diariamente en la calle o que se sientan en el banco de enfrente en el parque, otros son nuestros vecinos o comen en nuestra misma mesa. Jamás los veremos aparecer en medios de comunicación y ni por asomo estarán en la mente de quienes proponen los Premios Princesa, pero son los auténticos dinamizadores de la justicia social. Sus convicciones y sobre todo su hacer silencioso llegan a cuajar subliminalmente en la ciudadanía y hacen posible el paso hacia la mejora de quienes ostentan la representación pública, que luego se atreverán a presentar como logro propio.

De no existir una importante masa social que no duda en aportar sus dádivas a quienes en la calle limosnean por carecer de recurso alguno, difícilmente alguien habría propuesto la existencia de una renta mínima de inserción. De no haber existido desde siempre quienes sin gratificaciones protegieron, cuidaron y abrazaron enfermos y heridos, difícilmente existiría la Sanidad Pública. Y uno que sabe que la Historia la hace la Humanidad aunque sean personajes insignes quienes se asocien a los hitos, quisiera reconocer el sin número de egregios anónimos que cada día están muy cerca de nosotros. Tienen el mayor de los premios: el sosiego que produce su conciencia tranquila.

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