Opinión

La reina Velasquita y el Archivo Histórico de Asturias

Una de las ventajas que tiene la jubilación, si la salud te respeta, es que puedes planificar la vida a tu antojo, con más tranquilidad -no hay horarios, ni casi obligaciones-, según tus planes, tus aficiones y proyectos, con más reflexión y fruto de ello aportar nuevos enfoques o valoraciones a lo que uno ya ha vivido. Más aún si perteneces a una asociación como la AEX@ (Asociación de ExAlcaldes de Asturias), que periódicamente planifica actividades cargadas de sentido común y oportunidad, como fue la reciente visita, a principios de diciembre, a la tierra del Fuero u origen del municipalismo hispano, sita en Brañosera (Palencia) o el viaje hace unos meses, en mayo, a Santa Eulalia de Oscos para refrendar con nuestra presencia el galardón de Capital del Turismo Rural 2024.

El pasado jueves, cuando hacía pocos días que se conmemoraba con emoción, melancolía y tristeza los 80 años de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz, en el que aún se respira y se visiona sangre, dolor y muerte,  y más con la presencia y testimonio de los pocos supervivientes que constatan la realidad de semejante aberración humano,  un grupo de exalcaldes asturianos, concretamente quince, visitamos la antigua Cárcel  Provincial de Oviedo o Cárcel Modelo de Oviedo, inaugurada en 1905 y que desde 2010 es sede del Archivo Histórico de Asturias.

Para muchos de los visitantes, la mayoría jubilados, era la primera vez que visitábamos el reciento y no tiene que sorprender que se evocara por diferentes motivos, especialmente familiares y de vecindad, el componente carcelario del edificio. La visita estuvo tutelada por la experta historiadora doña Rosa Rabanillo Escudero que, durante más de dos horas, fue todo un caudal de información solvente de los temas más dispares (tipos de papel y conservación de los mismos, tipos de tinta y su perduración, así como anécdotas de cómo obtener documentación…). Rabanillo nos habló de la evolución del sistema carcelario que, fruto de las ideas ilustradas de tono higienista de finales del S.XVIII que se difundieron por la  Europa del XIX, buscaba que el recluso tuviera unas condiciones dignas que favoreciese su reinserción en la sociedad.

En esta primera parte de la visita, en la que se recreó lo que era un antiguo locutorio, con familiares, presos y vigilantes mezclados, sin la más mínima intimidad y su posterior evolución, así como cuatro tipos de celda, de antes de la guerra, posguerra inmediata y etapa de transición, así como elementos de tortura como un garrote vil, que sólo con oír su nombre se electriza uno. Un instrumento para ejecutar la pena capital y que se aplicó por última vez en la cárcel de Oviedo en 1956, y en España el 2 de marzo de 1974 cuando se ejecutó a Salvador Puig Antich, anarquista de veinticinco años perteneciente al (MIL) Movimiento Ibérico de Liberación.

Este edificio carcelario se finalizó en 1905 y sus 15.000 metros de parcela, con más de 65 kilómetros de estantería móvil, se distribuyen a partir de una planta panóptica que proporciona un sistema de vigilancia perfecto, pues desde un punto central, en el que se sitúa una capilla o puesto de control, la vigilancia es perfecta. Todas las galerías que conducían a las celdas, hoy convertidas en archivos, confluían en ese punto.

Sorprende positivamente la rehabilitación de la cúpula y linterna efectuada por Duro Felguera y la cubierta exterior de zinc ejecutada por Asturiana de Zinc. La primera impresión que recibe el visitante de este majestuoso interior en el que explota la mucha luz que falta en las celdas, es la de hallarse en pleno rodaje de una película sobre la vida carcelaria y las duras consecuencias de la falta de libertad. Es un buen plano cinematográfico. Desconozco si se ha utilizado alguna vez.

Lo que pudiéramos llamar segunda parte de la visita, fue más de tipo práctico, entremezclado con el mucho saber de las explicaciones de Rosa, que alerta de los recelos que supone a veces hacerse con archivos municipales o privados, por una idea mal entendida de lo propio, mientras se les deja fenecer en cajas o anaqueles no adecuados… Nos informó de los diferentes archivos, su funcionamiento e importancia. Sentados en una sala de reuniones, en una alargada mesa rectangular, nos puso a la vista documentos sobre los temas más diversos: testamentos, declaraciones de ayuda o socorro a una persona sin recursos, los protocolos notariales y su importancia para indagar y conocer la vida social, costumbres, preocupaciones y aspiraciones del vecindario, actas de ingresos carcelarios de plena posguerra y un grande y original plano topográfico, en varios colores, de los terrenos del antiguo Hospital Psiquiátrico de la Cadellada o Manicomio ovetense, hoy sede del actual HUCA…

Nos recuerda que en algunas épocas de nuestra historia los notarios asimilaban también la función de secretarios de Ayuntamiento e incluso de secretarios de Justicia, y nos dice que le sorprende la cantidad de consultas que les hacían los vecinos y por los motivos más simples e inesperados. Antes de concluir la visita, nos llevó a la exposición preparada con motivo del milenario del Monasterio de San Salvador de  Cornellana, fundado en 1024, que fue posible gracias a la dotación que hace la infanta Cristina Vermúdez y lo hizo a través de un “complejo ceremonial al que atrajo al obispo Adga, a la reina Velasquita y a la condesa Mumadomna, o al representante regio Anaya Tanóiz. La redacción de aquel documento –un testamento- era parte importante de aquella acción, y ese pergamino ha conservado la memoria de riquezas y de las personas que participaron en la dotación…”.

Es tal el cúmulo de vivencias e información recibido durante estas dos horas que me es imposible sintetizarlas todas. No obstante, una cosa me ha quedado clara: que la huella humana, a pesar de las tecnológicas y demás espejismos evasivos, no se borra. Basta papel -de buena calidad- y pluma o bolígrafo que no evapore la tinta. Buena prueba de ello son los 300.000 documentos que contiene este Archivo Histórico. Una de las enseñanzas prácticas que he sacado de mi vida política es que lo que quieras decir, sugerir, pedir o denunciar que pase por registro, que se escriba, que las palabras las lleva el viento. Un archivo es la respuesta más sencilla y evidente de la pretensión humana de dejar huella, de ser eternos, siempre que el hombre sea protagonista de su historia, no mero sujeto pasivo. 

No quiero concluir estas letras sin agradecer a Doña Rosa Rabanillo Escudero toda el entusiasmo e información que nos ha aportado. Nos ha hecho vivir y comprender la importancia que tiene para una sociedad que se dice humana un archivo bien documentado y bien organizado. Es responsabilidad de todos hacerlos, conservarlos, potenciarlos. Dejar huella. 

P.D. En el documento fundacional del monasterio de San Salvador de Cornellana se dice y transcribo: "Los nombres de las familias campesinas que garantizaban la explotación de aquellas tierras quedaron, sin embargo, en la sombra”. Hoy, mil años después, sigue ocurriendo eso, y es que son los seres sin historia, los anónimos, los que con su trabajo y compromiso hacen posible que el mundo ande y funcione, a ser posible, mejor. Sólo piden un Buen Señor…

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