Opinión | Es lo que hay

La extinción del sentido común

Hay un curioso fenómeno en nuestra época: cada vez hay más información y menos entendimiento. Antes hubo un tiempo en el que el sentido común era algo tan abundante como los paraguas olvidados en los cafés. Se encontraba en todas partes: en las charlas de sobremesa, en las advertencias de las abuelas, en los refranes que nos enseñaban que "el que mucho abarca, poco aprieta" o que "más vale prevenir que curar". Era un recurso democrático y generoso; lo mismo lo poseía un campesino que un catedrático. No hacía falta haber leído a Kant para entender que no se debe caminar con los cordones desatados ni comprar un coche sin frenos.

Pero, qué le vamos a hacer, el sentido común ha sido víctima de una silenciosa y devastadora extinción. Ha desaparecido sin grandes titulares y sin protestas en las calles. Un día estaba ahí, guiándonos en la vida, y al siguiente nos encontramos con personas que cruzan la calle mirando el móvil, conductores que usan el intermitente como si fuera un adorno decorativo, o ciudadanos que creen que todo lo que aparece en internet es verdad. Sí.

Y si tocamos el tema del sentido común en la mayoría de la clase política, pues más de lo mismo, que ahí nos daría para toda una enciclopedia de las de antes.

Pero bueno, en definitiva no es más que un reflejo de la propia sociedad, y nos basta con mirar el nivel de los programas de televisión más vistos cada semana para ver que la cosa mete auténtico miedo, islas de supervivientes incluidas. Qué tiempos aquellos de Balbín… Qué tiempos en los que la gran parte de los políticos, del color que fuera, venían con preparación en la vida y sin necesidad de vivir de la política, es decir, con auténtica vocación de servicio.

El problema es que este proceso nos desarma como sociedad. Cuando la mediocridad se institucionaliza, cuando se confunde la opinión con el conocimiento y la confusión con la razón, el mundo se vuelve un lugar muy frágil.

Quizás la solución esté en volver a lo básico: en enseñar a pensar en lugar de solo repetir, en valorar la experiencia en lugar de la popularidad, en recordar que no todas las opiniones, según para qué tema, son igual de válidas.

Hoy nos creemos facultados para pontificar sobre lo que sea, desde cirugía vascular hasta física cuántica, por solo tener wifi a mano o por haber visto un vídeo de tres minutos en Tiktok. Y a partir de ahí, pues así nos va y nos va a ir. Como dirían algunos, la historia ya nos juzgará. El problema es que, para cuando lo haga, no quedará nadie que sepa leer su veredicto.

P.D: Estos días, como consecuencia de los acontecimientos mundiales que todos conocemos, se está planteando la necesidad de que los países europeos se rearmen con fuerza y con urgencia. No nos queda otra. Puro sentido común, si es que queremos seguir siendo seres libres, claro. Los hay que no conocen aquella máxima, también de puro y triste sentido común entre los humanos, que dice "si quieres la paz, prepárate para la guerra". Es lo que hay. Y lo que, desgraciadamente, siempre hubo.

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