Opinión | Es lo que hay

Kit de supervivencia diaria

Sobre esas cosas que también son necesarias

A ver, os cuento: hace un par de noches, entre sueño y sueño, medio por entretenerme un poco con el YouTube, lo que os aseguro que no es nada recomendable. No. La cosa es que lo primero que me salió fue lo del kit ese de supervivencia para caso de guerra; nada que cualquier abuela sensata no tuviera ya en casa desde tiempos de Maricastaña; pero bueno, vale. Y lo segundo que vi fue un vídeo que sí me llamó más la atención. Voy con él.

Una chica embarazada, o que simulaba estarlo para hacer ese vídeo, quería bajar una escalera de acceso al metro con una gran maleta de viaje. Era una estación con mucho tránsito de viajeros que subían y bajaban continuamente por aquella escalera; y la chica, en las condiciones que estaba, no podía cargar con la maleta y bajar con ella. Y se ve, durante varios minutos, como decenas de personas pasan a su lado y ni caso, ni trazas de echarle una mano; unos la miraban y daban zapatilla al momento, como si la estuvieran diciendo que quién la mandó quedarse embarazada; otros pasaban mirando sus móviles y ni se enteraban; otros parece que se querían decidir, pero a última hora también zapatilla, que quizá tuvieran prisa. Hasta que pasado ya un buen rato, llegó un chico con pinta bastante desaliñada y fue el que por fin la ayudó a bajar la escalera y la maleta. Y no vamos a enjuiciar a nadie, que la mayoría de nosotros, con nuestras prisas y nuestros problemas portátiles, probablemente hubiéramos hecho lo que la mayoría de aquella gente hizo; es lo que hay.

Y viendo eso, uno se pregunta que por qué nadie se ocupa de aconsejarnos un kit de emergencia para la vida moderna, que ese sí que nos hace falta. Y se me ocurren unas cuantas cosas que se podrían meter en ese kit. Por ejemplo: un buen surtido de tapones para los oídos, de esos de obús, que nos protejan de noticias alarmistas, debates intrascendentes y de aquellos individuos que, con gesto severo, pretenden hacernos creer que acaban de descubrir la verdad absoluta de lo que sea.

O unas pastillas de lucidez, que nos recuerden que la amabilidad es el reflejo de la calidad humana y que cada vez nos cuesta más encontrar gente amable; o una linterna de tolerancia, que nos ayude a sobrellevar todas esas cosas del día a día que no nos gustan; o unas buenas gafas que nos hagan ver que a fin de cuentas la gente que de verdad nos quiere lo hace por nuestra forma de ser, no por lo que tengamos o dejemos de tener; o unas buenas dosis de sentido del humor, que no es ni oír ni contar chistes, sino simplemente echarle un poco de saber estar a la vida; o un manual de paciencia que nos proteja de las prisas y los estreses, y que además también podría ser válido, por ejemplo, mira tú, si quieres venir a La Pola en coche y encontrar aparcamiento.

Así que sí, preparémonos para cualquier emergencia, pero hagámoslo bien. Porque las guerras van y vienen, así ha sido siempre, pero para seguir por el camino que estamos dando a esta sociedad, aún no nos han dado instrucciones de supervivencia.

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