Opinión

Las campanas de San Félix repican por Manolito

La muerte de Manuel Antonio Fernández Álvarez, “Manolito”, nos ha dejado impactados, secos, y no porque no supiéramos y más a mi edad que la verdad incuestionable es que se envejece y se muere, pero hay personas a las que les damos un halo de eternidad, pensamos que duran siempre, que siempre van a estar ahí con nosotros, por muchos años que tengan , pues es tanto el cariño, generosidad y trabajo sembrado y bien abonado a lo largo de su vida que nos cuesta aceptar y adaptarnos a esta nueva situación, y eso que nos deja dos obras perennes como el Museo de la Romería y los casi cien años de la romería por excelencia del centro de Asturias: “Fiestas de Nuestra Señora del Buen Suceso o Virgen del Carbayu”, en Lugones; pero la dura realidad es que las parcas dejan de tejer cuando menos se espera.

Este 25 de abril, otra vez el 25, número ligado al origen de estas fiestas, circunstancias familiares me hacían en Madrid y no pude escuchar atemorizado y sobrecogido los tañidos fúnebres de las campanas de San Félix, que puntualmente a las cinco, despedían ”su arsénico y humo” y nos recordaban los versos de Lorca que dicen:”…¡Ay qué terribles cinco de la tarde! ¡Eran las cinco en todos los relojes! ¡Eran las cinco en sombra de la tarde !”

En un escrito reciente recordaba que no se puede entender la historia de Lugones sin hacer referencia al Cristo de San Félix que majestuoso, sufriente, vivo, con la cabeza erguida y bien iluminada, preside el presbiterio de la Iglesia y es testigo de todos los avatares de la vida lugonense; conocedor de nuestras alegrías y penas, y a quien imploramos y suplicamos en momentos de dificultad y pesar como éste.

En las fiestas del Carbayu de 2023, año de tu despedida como presidente de la Sociedad de Festejos, en tu pregón interactivo, con cierta improvisación, muy a tu estilo, nos dijiste, entre asombrado y agradecido: “Vinisteis muchos”. Aquel número seguro que se ha quedado pequeño ante la multitud de personas que el viernes te acompañaban y despedían, a pesar del tiempo poco apacible. En el pregón también ratificaste: “Llevo vinculado a las fiestas desde que nací un 4 de agosto de 1938”.

No es la primera vez que Manolito me “obliga” a escribir estas letras, han sido muchas, empezando por mis artículos en “El Libro de las Fiestas del Carbayu”, en los que últimamente iba preparando el centenario de la fiesta, o recordaba que la Virgen del Buen Suceso también se celebraba en Madrid en el Barrio de Pozas (hoy zona de Argüelles) desde 1868 , o narraba que una de las mejores enseñanzas que he recibido en la vida me la dio una niña de la caseta del tiro de las Fiestas del Carbayu de finales de los 60, cuando después de gastarme algunos duros y no derribar el palillo que sostenía el llavero, ésta me lo entregó, y me demostró que puede más la generosidad que la racanería; como tú, Manolito, nos has enseñado a lo largo de tu vida.

Podría hablar de tus comienzos en el taller de carpintería de Pepe Carril y de su hermano Lolo, cercano a mi casa, donde nos agolpábamos los críos de entonces para ver y oír las bromas y anécdotas que nos contabais o de tu profesión de voluntario para todo en todo lo que afectaba al bienestar, disfrute y progreso de Lugones (fiestas, reparaciones de caminos, luz y megafonía en Cementerio, Cabalgata de Reyes con multitud de figurantes , de tu actividad creadora y amor por la carpintería estampada en ese impresionante “Museo de la Romería, el campo de fútbol…) o de la enorme alegría que tuvimos todos los presentes en el Pleno de la concesión de tu merecida Medalla de Oro del Ayuntamiento de Siero en 2016 y del susto que nos diste después, al pasar unos días ingresado en el HUCA...

Pero hoy mis palabras si algo quieren ser es agradecidas, Manolito, y es que no quiero caer en el defecto que denunció nuestro genial Don Quijote cuando le dijo a Sancho que el mayor defecto del hombre es no ser agradecido. Nada más lejos de mí y espero que estas palabras de condolencia, de pesar, puedan contribuir a paliar la deuda contraída – tu mucha generosidad -  y el privilegio que ha sido tenerte entre nosotros y disfrutar y gozar de tu compañía y amistad.  

Siempre he dicho, Manolito, que eres un emblema y reflejo de lo que es Lugones, símbolo de su vitalidad, por tu disponibilidad, dinamismo, participación, entrega, ansias de hacer, de mejorar, pero siempre sabiendo que tu prioridad era la familia. En 1900 poco más de mil trescientos vecinos, hoy cerca de catorce mil.

¡Manolito llevas un buen pasaporte para el Cielo, una buena hoja de servicios, bajo la protección y mediación de la Virgen del Buen Suceso! ¡Acuérdate de nosotros cuando estés en Él! ¡Descansa en paz Manolito, que bien merecido lo tienes! ¡ Mi más sentido pésame!

 P.D  “…Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento…” (Miguel Hernández)

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