2 M. S. M.

La certeza de que el hombre moderno tiene vínculos con los neandertales que poblaron Europa hace tambalearse la hasta ahora firme idea de que son dos especies que no pueden mezclarse con éxito. «Es un debate que no podremos solucionar», anticipa Carles Lalueza-Fox, que echa en falta una definición de especie que funcione bien en todas las situaciones y esté ampliamente aceptada. Para el paleogenetista, autor de «Los genes del neandertal», «el concepto de especie no deja de ser algo conveniente, que necesitan todos los biólogos para trabajar, desde los taxónomos hasta los ecólogos y los conservacionistas».

La hibridación de neandertales y sapiens dispara las dudas. Para algunos el hecho de que se haya producido intercambio genético entre las dos poblaciones obliga a replantearse la cuestión y preguntarse si no sería más acertado hablar de subespecies o incluso de un mismo linaje. Los investigadores de Sidrón no lo ven así y sostienen que aunque haya habido descendencia de ese cruce hay que seguir hablando de dos especies. «Somos conscientes de que muchas especies no han desarrollado incompatibilidades reproductivas y eso lo descubrimos a veces cuando las juntamos artificialmente, por ejemplo, en un zoológico», señala el científico. Añade que neandertales y sapiens hacía poco que habían divergido (unos 400.000 años), por lo tanto todavía podían ser fértiles, como descubrieron cuando se encontraron en el Próximo Oriente.

A todo ello, Lalueza-Fox une la diferencia morfológica que nos separa. Físicamente los neandertales eran muy diferentes de los humanos modernos. «Creo que debemos pensar en ellos como humanos más diferentes de nosotros que lo que somos nosotros de cualquier otro humano, más diferentes de lo que somos un africano y un europeo». Para sumar un elemento más de discordia ha aparecido recientemente la muestra de Denisova (Rusia) más conocida como Mujer X, cuyo ADN es muy diferente al de las dos especies citadas y de las que fue contemporánea.