Alguien le dice al muchacho que está muy guapo y que parece que va vestido de Emidio Tucci. A la vez se oye un vozarrón que advierte: «¡Silencio para ensayo!». No se acaba de cuadrar el personal. Así que el director sigue observando su monitor y se vuelve a oír «¡silencio para ensayo!». Por fin arranca el trabajo. Y es Carlos Iglesias el que habla al teléfono sobre un asunto que tiene que ver con la esquela; hace una pausa telefónica para comentar detalles. Le dice a doña Luisa (Silvia Marsó) y a los demás que la esquela está en marcha. De pronto aparece un mendigo, que es todo un artista. El indigente entra a dar el pésame con la intención de comer; y algo cae en suerte a su estómago de las sobras del pote del mediodía. Es la escena del mendigo que vive de buitrear comidas en velatorios.

Y es una parte más del trabajo diario del filme «Los muertos no se tocan, nene» que estos días se rueda en el plató del productor Juan Gona, en Argame (Morcín). LA NUEVA ESPAÑA vivió la intensidad del rodaje durante unas horas y compartió momentos con actores y técnicos. También observó de cerca el trabajo del director y todos sus ayudantes. Fue la mañana en la que se elaboró la escena 32.

«Los muertos no se tocan, nene» está inspirada en un obra de Rafael Azcona. Hay unanimidad entre los actores con los que charló este periódico: el «filme es un homenaje al escritor riojano, pero también a Berlanga».

Carlos Iglesias es un «brigada chusquero» y padre de familia. Lleva días por aquí, pero no ha tenido tiempo de hacer vida a la asturiana: «Salgo del hotel a las 8.15 de la mañana; llegamos y se hace un teatrillo». No hay mucho tiempo para bucear por la región. Pero a pesar del trabajo constante tuvo momentos para meterse una fabada de la que repitió «hasta cinco veces».

Estaba un poco contrariado por las lamentablemente famosas descargas piratas de su película como director, «Ispansi». Cuenta Carlos Iglesias que el brigada chusquero representa a un hombre cercano a los personajes de Azcona. Y añade la siguiente reflexión: «A estas alturas, uno ya no piensa que va a trabajar con algo de Azcona; es un regalo». Volvemos a las descargas ilegales que propició un empleado de la productora, que las filtró: «Eso supuso al menos la pérdida de unas 30.000 personas» que iban a ver la película, dice Iglesias con rostro de resignación y muy pocos minutos antes de entrar a coger el teléfono para rodar la escena, la del mendigo de fina gorronería en los velatorios. Sucesos como el de la filtración y descargas de «Ispansi» «te parten por la mitad»; argumenta. Por eso entiende que urgen medidas que sean buenas para todos.

Son momentos de concentración para los actores, pero aún se muestran capaces de hablar con uno y con otro, incluso Fabianito, bisnieto del muerto, que interpreta un joven compostelano con mucho desparpajo, Airas Bispo. El otro crío es Teo Planell, que interpreta a Marianín, el hijo de Clara (Blanca Romero).

Fabianito está enamorado de una cría que ve desde su ventana: «Soy poeta; estoy todo el día escribiendo poesía», cuenta segundos antes de meterse en su papel en el ensayo ordenado por García Sánchez, pero desvela Bispo: «Me desenamoro cuando la chica va a dar el pésame».

-¿Por que te desenamoras?

-Cosas del guión -sentencia.