Sardéu (Ribadesella),

D. BÁRBARA / R. DÍAZ /

J. M. CARBAJAL

«¿No me conoces? Soy la nieta de Menchu, la más fea de la familia». Hace tan sólo dos meses que Erika Ortiz bromeaba así con una vecina durante la última visita que realizó a su abuela, Menchu Álvarez del Valle, en Sardéu (Ribadesella). A la vecina que evocaba aquella frase se le saltaban ayer las lágrimas al recordar a la hermana de la Princesa de Asturias y las meriendas que compartió con sus hijos en su casa. Era una persona muy querida en Sardéu, donde tenía amigos de la infancia y adonde se escapaba siempre que podía. Herminia Amier y su hijo Gerardo Calderilla aseguraban que los Ortiz son «personas maravillosas, muy tratables».

La casa de Menchu Álvarez del Valle, en Sardéu, estuvo custodiada toda la tarde de ayer por tres guardias civiles vestidos de paisano. Uno de ellos aseguró que la abuela de la Princesa se había marchado por la mañana.

Pero algunos vecinos aseguraban que la abuela de Letizia Ortiz estaba en casa, porque se veía luz y porque dos mujeres habían sacado a pasear un perro. Además, algunos vecinos creen que Erika Ortiz se enterrará en el cementerio de El Carmen, donde yacen su abuelo José Luis Ortiz y su tía Cristina Ortiz, madrina de la Princesa de Asturias, fallecida hace unos años como consecuencia de un cáncer. Precisamente a la casa de Cristina Ortiz en Arenas de Parres se vinieron a vivir desde Madrid Erika Ortiz y su ex marido, Antonio Vigo, con su hija Carla, hace seis años. Cristina Ortiz era gobernanta del parador nacional de Cangas de Onís. La suerte no sonreía a la hermana de Letizia Ortiz, que tenía problemas económicos y no hallaba trabajo en la capital de España. El matrimonio se buscó la vida: Erika Ortiz trabajó varios meses como camarera en el desaparecido pub de Arriondas El Bosque Animado, mientras que su entonces marido trabajó dos años en el taller cantera de Cardín, en Les Roces.

Después, a través de otra de sus tías, Henar Ortiz, el matrimonio empezó a conseguir trabajos de encargo: él como escultor, ella como pintora y decoradora. Así realizaron obras para varias empresas de turismo activo de Arriondas y Cangas de Onís, y decoraron uno de los salones de un restaurante de Susierra. Erika Ortiz también trabajó como profesora de clases extraescolares en el colegio público de Arriondas.

El matrimonio y la niña se fueron a vivir después a una casona de Borines (Piloña), conocida como La Fondona. Solicitaron una subvención para rehabilitar el edificio al Gobierno del Principado. Realizaba las obras Antonio Vigo, según señalaron los vecinos de Borines. Nunca cobraron la ayuda porque la vivienda se les vino abajo. El anuncio del compromiso de Letizia Ortiz con el Príncipe de Asturias y su situación económica, que no acababa de mejorar, llevó al matrimonio a regresar a Madrid.