Oviedo, Pablo GALLEGO

Lisardo Menéndez (Mieres, 1960) parece haber encontrado su lugar. Tras idas y venidas del rojo más intenso a los blancos más profundos, muestra su obra con un orgullo desprovisto de narcisismo. Arquitecto del pincel, con colores a escuadra y cartabón, el equilibrio y la profundidad de sus planos sugieren sin exponer, permitiendo, como él mismo dice, «que la obra te permita pararte, meterte en una burbuja y ser tú mismo». Él ofrece su espacio, el territorio en blanco. Recientemente su obra «Construir en el lugar del fuego» le ha hecho ganador de la IV Edición del premio internacional de pintura que promueve la Fundación Laboral de la Construcción.

-¿Se puede vivir del arte?

-Se puede vivir del arte e incluso se puede vivir de nada, pero hay que saber qué estás dispuesto a dar a cambio de ese salario que recibe tanto el peón que está trabajando en la calle como Tàpies o Barceló, que son también asalariados del sistema.

-¿Cómo ve el panorama en Asturias?

-Es una cosa que a veces me cuesta explicar. Cuando voy a Madrid o a otros sitios y me preguntan cómo sigo en Mieres, un sitio donde no hay «vidilla» cultural, les respondo que es el mejor sitio para vivir, porque lo único que pido es que me dejen trabajar.

-¿A qué aspira?

-Mi aspiración es salirme del gran contenedor, que es lo que está ahora en boga. Podríamos hablar de la Laboral y todas estas cosas. Estamos en un mundo de contenedores, y a mí lo que me gusta es estar fuera de la carpa, por muy espectacular que ésta sea. Los hangares de la Laboral me parecen fantásticos, pero mi acción allí sería pintarlos de negro y que sólo estuviesen iluminadas las indicaciones de salida.

-¿Cuál es su relación con el espectador?

-Nada más que termino una obra y la empaqueto para que se muestre en una galería o una feria, esa obra se convierte en un cuadro, lo que se muestra en una exposición, pero a veces existe la suerte de encontrar personas capaces de devolver el carácter de obra a ese cuadro, y eso es lo fantástico. De todas formas, una de las cosas que más me cuesta es explicar mi trabajo. Si supiese explicar estos sentimientos o dar respuesta a estas dudas no pintaría.

-¿Prefiere que su obra hable por usted?

-Exactamente; y que salga y sea la que camine por la sociedad, la que haga el recorrido, aunque es cierto que en una sociedad capitalista y libre como en la que vivimos eso es muy dificultoso; uno mismo decide muy poco.

-¿Y de qué forma se comunica a través de ella?

-La obra se convierte en una especie de llamada de socorro. El artista trata de lanzar señales de socorro para comunicarse con los demás a través de su obra, pero no de forma abstracta, sino en la búsqueda de esa alma gemela.

-Su trabajo pudo verse en Arco, en el espacio de la galería ovetense Vértice. ¿Qué tal la experiencia en primera división?

-Entretenida e importante por haber conocido personas muy interesantes y por darles a conocer mi obra. En ese sentido, formidable.

-¿Qué no le gusta?

-Me irrita que se haga importante lo que no lo es en una fiesta en la que se hace del arte un desfile y uno es incapaz de ver y comunicarse.

-¿Cree que vivimos demasiado deprisa?

-Ahora nos dan respuestas a cosas que no necesitamos, y seguimos con las mismas insatisfacciones respecto a cosas necesarias. Las consultas de los psicólogos cada vez tienen más clientes, y necesitamos programas en televisión que nos evadan; y yo no estoy en la vida para evadirme, estoy en la vida para vivir.

-Siguiente proyecto.

-Hay proyectos, pero prefiero no hablar de ellos porque estoy cansado de tener, incluso, cosas ya cerradas que luego no se llevan a cabo; me causa cierta ansiedad y tengo sensación de estar traicionando lo que hago.

-¿Qué prefiere entonces?

-Que mi obra sirva para algo. Y eso es así cuando el otro se hace cargo de su mensaje. Esa idea de «me voy a comprar un cuadro muy guapo para ponerlo en mi casa» me parece estupenda y respetable. Yo hago lo mismo cuando voy a comprar un mueble; pero dejar el arte en manos solamente de lo bello no me interesa.

-Y ¿cómo discurre su vida por él?

-A veces creo que construyo plataformas de intersección entre lo que vivo y lo que quisiera vivir. Aunque mi objetivo es estar fuera de la avalancha en que nos lleva la sociedad, sé que fuera de ella el grado de soledad es muy grande y no estamos preparados. La salida que encontré fue construir plataformas para mantenerme a salvo de los dos lugares y continuar viviendo, que es lo que me gusta. Con los pies en el suelo y las manos en las nubes.