-Uno entre unas cuantas decenas. Seguro que tiene su proyecto de restauración preferido entre los que explica en su libro.

-Me quedo con el de la iglesia de Santa María de Monasterio de Hermo, en Cangas del Narcea. La primera fase comenzó en 1998, la restauración de las pinturas murales se prolongó hasta 2006 y se acaba de terminar la restauración de uno de los retablos.

Esas pinturas murales del monasterio de Hermo, del último cuarto del siglo XVI, son una de las estrellas contenidas en el libro «Intervenciones en el patrimonio cultural asturiano», presentado hace días en Oviedo y del que son autores Juan Fernández Reyero y Pablo León (Gijón, 1976), técnico de la Consejería de Cultura y especialista en patrimonio cultural asturiano.-

-En cuestión de patrimonio, uno intuye que no podemos quejarnos.

-Hay 270 monumentos y espacios declarados bienes de interés cultural (BIC) en la región. Tan sólo por la concentración de monumentos del románico ya seríamos una comunidad especial. Tenemos en Asturias unos dos centenares de iglesias románicas, lo que nos pone a la altura de Palencia o la Ribera Sacra.

-Mucho, y muy desapercibido.

-Yo creo que es una cuestión de mentalidad. Los asturianos somos conscientes de que vivimos en el paraíso natural, es decir, conscientes de la riqueza de nuestro entorno, pero no de que también tenemos en él un tesoro cultural.

-Se rehabilita mucho, pero queda mucho más. Y en algunos casos con urgencia extrema de actuación.

-Buena parte del patrimonio cultural está en manos de la Iglesia y hay pocos medios. Por tanto, la primera causa es la propia incapacidad material. La inmensa mayoría de lo que se hace en material de restauración es de la mano de la Consejería de Cultura y de algún patrocinio privado.

-¿Los patrocinios privados se cuentan con los dedos de una mano?

-El último ejemplo es el de Caja Madrid en las obras de la Iglesiona, en Gijón, pero es verdad que en España no ha habido hasta ahora una tradición de mecenazgo. Y se podría hacer, sin duda. Muchos de los proyectos que explicamos en el libro son obras con presupuestos de 4.000 o de 5.000 euros, muy asequibles.

-¿Hay suficiente presupuesto económico?

-Esos aproximadamente diez millones de euros de los que se dispone dan para dos o tres grandes proyectos al año y para muchas pequeñas obras, también indispensables, además de para las líneas de subvenciones de rehabilitación, como la de los hórreos. Aprobamos más de cuatro intervenciones en hórreos a la semana desde hace ocho años.

-El problema del patrimonio es que lo que hoy se restaura mañana sigue en desuso y pasado mañana hay que volver sobre ello.

-Ocurre con muchos monumentos y algunos muy emblemáticos. Por ejemplo, el monasterio de Obona. Hace años se actuó allí, pero hoy el patio principal del recinto está ya asaltado por plantas trepadoras. Hay que encontrarle un destino.

-¿Cuáles son los pasos que se siguen para llevar a cabo una actuación rehabilitadora?

-Muchas veces la iniciativa parte de los vecinos. Si se trata de un bien de la Iglesia nos ponemos en contacto con el Arzobispado, que es la entidad que hace la petición oficial. El interés vecinal es básico; en ocasiones hasta se organizan colectas.

-¿Contamos con buenos profesionales de la restauración?

-No hay problema, al contrario: la mayoría de las obras explicadas en el libro ha contado con muy buenos restauradores asturianos. Y lo mismo sucede con los arquitectos especializados.

-Son 270 BIC en Asturias. Recientemente se publicó en el BOPA el expediente para convertir en bien de interés cultural el entorno del pozu Santa Bárbara, en Turón.

-Lo mismo sucederá con el entorno de la Fábrica de San Claudio en Oviedo. Todos los años se incoan unos diez nuevos expedientes.