«Tito está en casa». Bárbara Jacobs, escritora y viuda de Augusto Monterroso, resumía con esta expresiva frase su decisión personal de donar a la Universidad de Oviedo el legado de quien está considerado como uno de los más destacados y originales cuentistas hispanoamericanos, galardonado con el «Príncipe de Asturias» de las Letras en el año 2000. El rector Juan Vázquez hizo pública ayer la noticia, acompañado de Marta Cureses, delegada de área de la institución y artífice de que el legado de Monterroso se deposite en Oviedo. «Es una de las mejores noticias posibles con las que celebrar el 400.º aniversario de la Universidad», afirmó Vázquez.

Los buenos oficios de Marta Cureses lograron convencer a Bárbara Jacobs de que la Universidad de Oviedo era una de las instituciones españolas que ella barajaba -la Biblioteca Nacional y la Casa de América, entre ellas- la que reunía mejores condiciones, al garantizar el cuidado, la catalogación y la investigación de los fondos. «Imagino que también habrá tenido en cuenta la tradición literaria de una institución que cumple cuatrocientos años», señaló Vázquez.

La viuda de Monterroso explicó a Marta Cureses que a Augusto Monterroso le gustaba mucho Asturias y se sentía muy cercano a la historia de la literatura asturiana. Él visitó el Principado en varias ocasiones, en algunas acompañado de Bárbara Jacobs. En el año 2000 recogió el «Príncipe de Asturias» de las Letras.

El legado incluye una biblioteca de catorce mil volúmenes, algunos muy selectos, «un paseo por la cultura de todos los tiempos». Además está el archivo «perfectamente ordenado y cuidado», en palabras de Cureses; documentos personales, entre ellos la correspondencia, colecciones de revistas, dibujos, fotografías, cuadros y condecoraciones.

Bárbara Jacobs estará en Oviedo el próximo día 17 para firmar ante notario la donación. Con este motivo, según anunció Juan Vázquez, se preparará una pequeña exposición, a modo de muestra de todo el legado.

Entre los libros, hay una primera edición de «Canto general» de Pablo Neruda, del que sólo existen cincuenta ejemplares en todo el mundo, con guardas de Diego de Rivera. Hay, asimismo, varios dedicados por amigos de Monterroso, como Borges.

Augusto Monterroso nació en Tegucigalpa (Honduras), en 1921. A los 15 años su familia se trasladó a Guatemala, país del que se exilió a México por motivos políticos. Considerado uno de los mejores cuentistas de la literatura hispanoamericana, es el autor del conocido como cuento más breve de la historia de la literatura universal: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí».

Publicó sus primeros textos «Obras completas (y otros cuentos)» en 1959. Prosa sencilla, concisa y relato breve son características de una obra en la que también figuran títulos como «La oveja negra y demás fábulas», «Movimiento perpetuo», «Lo demás es silencio», «La letra e: fragmentos de un diario», «Viaje al centro de la fábula» o «La palabra mágica». Con su tercera esposa, la también escritora Bárbara Jacobs, publicó «Cuento triste». En 1999 publicó su colección de ensayos «La vaca».

Admirador de los clásicos de la literatura española -Cervantes, Quevedo y Lope de Vega, entre otros- que él leía en las bibliotecas guatemaltecas cuando salía de trabajar, Monterroso era un escritor preocupado por el lenguaje y la gramática. «El problema del escritor es hacer una obra de arte, porque escribir es indiscutiblemente un arte».

Su ideal como escritor, según él mismo relató en una conferencia en el Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo que ahora acogerá su legado, consistía en «ocupar algún día en el futuro media página en el libro de lectura de una escuela primaria de mi país».