Oviedo, Eduardo GARCÍA

Juan Vázquez dijo adiós ayer. No lo hizo explícitamente pero se notaba abiertamente en un ambiente cargado de emoción y lleno de significado. El Rector de la Universidad de Oviedo fue anoche anfitrión, en el Paraninfo del edificio histórico, de uno de los actos centrales de este curso del cuarto centenario, el de la entrega de medallas conmemorativas de esos 400 años redondos de luces y sombras, de episodios convulsos y saber callado. Primero, al presidente del Gobierno asturiano; después, a los tres ex rectores Teodoro López-Cuesta, Alberto Marcos Vallaure y Juan Sebastián López-Arranz, con recuerdo especial para los fallecidos Santiago Gascón y Julio Rodríguez; seguidamente a los alcaldes de los tres ayuntamientos con campus, Oviedo, Gijón y Mieres, en las personas de sus alcaldes y alcaldesa. Por último recibieron las insignias de oro y plata de la Universidad docentes y no docentes, ya jubilados, con más de 25 y 35 años de servicio a la institución.

Para ellos dedicó Juan Vázquez unas palabras llenas de simbolismo: «Reconocemos en este acto a personas que con su vida han dado vida a la Universidad, y les ponemos en la solapa una insignia que ya llevaban puesta en el corazón». Los homenajeados tuvieron en la catedrática de Filología Francesa Marita Aragón, una portavoz emocionada a pesar de su voz sólida de profesora con carácter, quien mencionó a un gran amigo, Emilio Alarcos, para personificar en uno a todos aquellos compañeros y amigos ya desaparecidos: «Alarcos representa el amor a esta Universidad, eligió quedarse en ella derramando sabiduría. Reunión bonhomía, inteligencia e ironía, cualidades que suelen ir juntas, aunque no abunden».

Cerca de 190 hombres y mujeres de la Universidad asturiana se llevaron a casa la insignia, el diploma y la satisfacción de un reconocimiento más que merecido. Entre ellos auténticas figuras docentes como José María Martínez Cachero, Josefina Martínez, Juan Luis de la Vallina Velarde o David Ruiz.

Llegó el turno de los ex rectores. Los tres presidieron el acto sentados junto a Juan Vázquez. López-Cuesta aseguró «haber servido con pasión, ilusión y cariño a esta casa, en la que ingresé hace casi setenta años. Y siempre he puesto en mi labor toda mi alma».

Alberto Marcos Vallaure quiso dedicar la medalla del cuarto centenario a sus compañeros de la Asociación para el Progreso de la Universidad, que le ayudaron a «modernizar y sanear» la institución. Por su parte López-Arranz agradeció a sus antecesores en el cargo «lo mucho que me permitieron aprender de ellos» y quiso mencionar a Gascón y Julio Rodríguez con un escueto «en nombre de ellos, gracias».

El alcalde de Mieres, Luis María García, se refirió a la larga trayectoria universitaria de su concejo, 150 años de tradición formando parte de la Universidad.

La alcaldesa de Gijón, Paz Fernández Felgueroso, se deshizo en elogios hacia el campus gijonés, «elemento clave de transmisión de nuevos saberes» y la importancia de unir ese campus y el parque tecnológico en una «milla de oro del conocimiento» que relaciona Universidad y empresa.

El alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, habló de destinos paralelos. «La Universidad y Oviedo han ido juntas desde el inicio. En Oviedo nació, se desarrolló y creció. Cuatro siglos en los que hemos ido estrechamente unidos». Oviedo, añadió Gabino de Lorenzo, «siempre se sentirá ciudad universitaria».

Vicente Álvarez Areces nadó ayer entre dos aguas, su presencia formal como presidente del Principado y su sentimiento personal como miembro docente de la Universidad, a la que había accedido allá por 1973 en la Escuela de Empresariales.

«Construimos sobre lo que otros han hecho», dijo en su corta intervención, y la frase servía para aglutinar una idea general de institución. «Esta Universidad ha representado un valor muy importante en la modernización de la sociedad asturiana. Nuestra gran apuesta por la sociedad del conocimiento sería imposible sin una Universidad pujante», dijo Areces, quien destacó las buenas relaciones entre Principado y Universidad y animó a «seguir luchando con vocación pública desde Asturias».

Continuidad institucional, unidad universitaria. Y compromiso. Fueron los tres elementos que forjaron el inicio del discurso de Juan Vázquez. «Con la distinción a Oviedo reconocemos a la ciudad que nos ha visto nacer y nos da nombre». Con el reconocimiento a Gijón «certificamos que la Historia tiene a veces felices reencuentros. Uno de ellos, el que los nombres de Jovellanos y la Universidad vayan juntos». Con el reconocimiento a Mieres se concluye un paso gigantesco «del yacimiento minero al yacimiento del conocimiento». A las tres ciudades, a los tres alcaldes, Vázquez elevó un «gracias por vuestra implicación».

Reconocer al presidente del Principado, añadió Juan Vázquez, «es reconocer a toda la sociedad asturiana. Nos sentimos una Universidad comprometida con los objetivos de bienestar, desarrollo y progreso de Asturias». El rector aseguró sentirse orgulloso «de que uno de mis últimos actos en el cargo sea éste» y animó a «compartir ese orgullo». Un guiño al Principado, «un interlocutor imprescindible», para rematar la intervención: «A pesar de algunos ruidos, no he dejado de valorar mucho los muchos silencios de los acuerdos». Respuesta a otra declaración de intenciones: «Vamos a seguir apoyando a la Universidad con todas nuestras fuerzas», había proclamado Álvarez Areces minutos antes.

El acto solemne fue abierto con la reproducción del himno universitario en versión del compositor asturiano Ramón Prada. Fue un día de reencuentros de muchos históricos de la vida universitaria, de un torrente de abrazos y bienvenidas, y de un renacer de viejas anécdotas. Por cierto, uno de los que recibió la insignia de plata fue el actual presidente de la Cámara de Comercio de Gijón, Luis Arias de Velasco.

Asistieron los cuatro candidatos al Rectorado: Paz Andrés, Antonio Cueto, Santos González y Vicente Gotor. Al final del acto los cuatro posaron con los tres ex rectores y con Juan Vázquez. En aquella instantánea cobrara fuerza y sentido una frase de la profesora Marita Aragón:

«Nosotros hemos dedicado lo mejor de nosotros mismos, y los que vengan atrás lo seguirán haciendo. Somos un pequeño eslabón en la larga cadena de cuatrocientos años de historia».