«Quise mirar el mundo con tus ojos / ilusionados, nuevos, verdes en su fondo / como la primavera. / Entré en tu cuerpo lleno de esperanza / para admirar tanto prodigio desde / el claro mirador de tus pupilas. / Y fuiste tú la que acabaste viendo / el fracaso del mundo con las mías». Este poema, titulado «Quise», es uno de los cuarenta que componen la «Antología de poesía para jóvenes» de Ángel González. Una antología sobre la obra del fallecido poeta asturiano, editada por Alfaguara y prologada y seleccionada por Benjamín Prado, que incluye, además, a modo de epílogo, una de las últimas entrevistas concedidas por Ángel González. En ella el poeta confiesa a Benjamín Prado que «querer y ser querido es lo único que puede, no te diría que salvarte, porque no creo ni he creído jamás en ninguna salvación, pero sí confortarte, que no es poco».

Y lo cierto es que, por lo visto y oído ayer en la abarrotada sede del Principado en Madrid, Ángel González era querido y admirado. Allí se dieron cita todos «los viudos inconsolables de Ángel González», como dijo Joaquín Sabina. Entre ellos, el propio cantante jiennense, Benjamín Prado, Luis García Montero, José Caballero Bonald, Miguel Munárriz, Santiago Carrillo, Gaspar Llamazares... Todos ellos para rendir homenaje a un poeta «que nos dio una lección diaria de dignidad. Y si esta es la elegancia de la conciencia, la poesía de Ángel fue la elegancia de la conciencia, y por eso fue un ejemplo y un maestro en la dignidad», como dijo de manera sentida Luis García Montero.

El libro, que recoge poemas de Ángel González editados desde «Áspero mundo» (1956) hasta «Otoños y otras luces» (2001), comenzaron a prepararlo hace ya bastantes meses el propio poeta y Benjamín Prado, y, según éste, «Ángel estaba ilusionadísimo con el proyecto, porque le reconfortaba saberse admirado por los jóvenes y por ello puso toda su ilusión en el proyecto». Un proyecto que viene a «mantener viva la llama de la poesía de Ángel González, que sus amigos y admiradores no vamos a dejar apagarse jamás», según aseguraron todos los presentes en el emotivo acto. Vitalismo moral, amor, ternura, lealtad, compromiso y dignidad, todo ello se refleja en su poesía. Una poesía y un poeta, dijo Sabina, «con una mirada conmovedora sobre casi todo, que no escribió demasiado y que todo lo que escribió era necesario e imprescindible».

Un hombre, en fin, al que cierto día, el cantautor y poeta de Úbeda, «para provocarle», le escribió este soneto: «Qué desastre de gringo tan Oviedo / qué Quevedo tan fieramente humano / qué cónclave de sol, quién dijo miedo / qué caracol, qué padre tan hermano / qué singular tan made in Espronceda / qué corsario de bares con esquinas / dice vámonos ya, pero se queda / qué arquitecto, qué master en ruinas / qué arcángel de la guarda tan González / qué imán, qué bien me sabe nuestro ahora / qué carita de plata de Cabrales / qué bucanero anarcotraficante mellando los puñales de la aurora, qué savoir faire / qué caballero andante»