El Papa Benedicto XVI afirmó ayer, en el avión que le trasladó a Washington, que el escándalo de pederastia causado por sacerdotes católicos de EE UU fue «una vergüenza que no se debe repetir». Esos casos, precisó el Pontífice, supusieron «un gran sufrimiento para EE UU, para la Iglesia y para mí, personalmente».

El Papa dijo que ahora la Iglesia cuenta con unas normas y que ninguna persona puede ser sacerdote «si es pedófilo» y subrayó que «hay que hacer justicia a las víctimas».