Así, la titulada «Sinfonía sobre Fausto en tres retratos psicológicos» ocupó el par de veladas musicales, en las que el público agradeció escuchar al Liszt sinfónico, que tan pocas veces se programa sobre los escenarios asturianos. La OSPA calzó bien la instrumentación de carácter wagneriano -compositor al que Liszt dedicó su otra sinfonía programática, «Dante»-, a través de la que se reflejó una armonía muy rica y experimental. Los cambios de textura, con un fuerte trabajo por secciones y de solos, y el gran papel de la cuerda fueron dos notas a destacar de la interpretación de la orquesta asturiana. Así mismo, la OSPA fue flexible ante los cambios de «tempo» que generaron diferentes ambientes a lo largo de los tres movimientos. Si bien la plantilla se tambaleó un tanto en partes de ensueño, de inspiración atemporal, que la partitura recoge en los desarrollos.

La OSPA puso atención en la red que entretejieron los temas que caracterizan a los tres personajes de la sinfonía. En el primer movimiento, «Fausto», quedaron bien expresadas las contradicciones del personaje a través del contraste de los temas, que culminaron en el último movimiento. La orquesta se entendió especialmente en los movimientos extremos, considerando que esta obra pide, además de que la orquesta sea un único instrumento, que las secciones se prolonguen las unas en las otras. En el segundo movimiento despuntó el papel del viento madera, como la tierna Margarita (que representa la salvación del eterno femenino). Y, en el tercer movimiento final, de gran desarrollo, la OSPA cuidó la articulación para mantener bajo control al «espíritu que niega», como declaraba el Mefistófeles de Goethe.La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) apuró sus atriles esta semana para ofrecer al público su siguiente concierto de abono. La OSPA sigue un ritmo incesante que prolongará hasta mayo, mes en el que la orquesta ofrecerá cuatro programas, con una destacada presencia de la música contemporánea. Previamente, la OSPA se sumergió en la leyenda del «Fausto» en su último programa que llevó a Gijón y Oviedo, el pasado jueves y viernes, respectivamente. A pesar de las limitaciones temporales, que supusieron un lastre para hablar de perfección en la sinfonía programática de Liszt, la OSPA demostró sus aptitudes como formación junto a su director titular, Maximiano Valdés. La orquesta alcanzó cotas altas en ese paseo alrededor de los retratos caracterológicos que estudió Liszt para escribir su monumental sinfonía. La OSPA decidió interpretar la página instrumental, soslayando el coro grave místico y la voz de tenor con que Liszt coronó más tarde la obra y cuya interpretación es, por otro lado, opcional en los programas.