Gijón,

J. C. GEA

El pintor madrileño Luis Feito (1929) volverá a colgar su obra en la sala gijonesa Van Dyck a partir del próximo 23 de mayo. Feito repite así individual en Gijón, dos años después de la exitosa muestra que la misma sala le dedicó en enero de 2006. Sin embargo, si en aquella ocasión la exposición vino a capitular los años previos del artista, desde 1999, en ésta se centrará exclusivamente en la obra pintada recientemente por uno de los nombres más representativos de la pintura española del último medio siglo. Desde su irrupción en el panorama artístico junto al resto de miembros del Grupo «El Paso», Feito ha trazado una de las trayectorias más personales de la pintura española contemporánea.

La exposición, que permanecerá exhibida hasta el 13 de julio, recogerá 33 piezas, entre pinturas y lienzos, en cuya ejecución y evolución respecto a la obra anterior queda patente la vitalidad de un pintor que sigue registrando en sus cuadros una energía creativa en expansión. No obstante, y frente al dramatismo de los estallidos en rojo y negro que Feito hizo virtualmente explosionar en la sala de Menéndez Valdés en su muestra anterior, en esta ocasión la paleta se amplía a los tonos púrpuras y se hace más fluida y ligera, incorporando veladuras que añaden un tono más lírico a otras áreas donde predomina la densidad de la pintura, el coágulo de tonos oscuros o la aparición de densas gotas blancas que vienen a sustituir a los grumos de parafina que enriquecían su obra inmediatamente anterior.

La pintura que se verá en la segunda exposición individual de Feito en Gijón escenifica así una etapa más de la «oposición radical entre caos y orden» que, según el crítico y poeta José Corredor Matheos, sitúa los dos polos la dialéctica que tensa la obra de Luis Feito. La presencia en todas las obras de la etapa que recogerá la exposición de un elemento geométrico -una franja negra que articula el espacio del cuadro a modo de eje dinámico o de horizonte- introduce el elemento de orden sobre el que se desparrama, estalla o se desfonda una pintura que, ya cerca de la ochentena de su autor, sigue brotando con una mezcla imparable de furia y delicadeza. En ella se expresa la «atracción por lo desconocido» y la «dualidad», la «tensión» y el «combate» que configuran la visión del mundo de un Luis Feito que cree que «somos pura contradicción» y que considera su trabajo una respuesta cambiante a esa condición humana: «Yo evoluciono con la revelación de ese conflicto».