Roma, Agencias

El «boom» de la posibilidad de vida extraterrestre -¿habrán venido?- que parecía haber pasado en los años ochenta, revive ahora, curiosamente, de la mano de las iglesias. La teología católica se encuentra en una sorprendente ebullición: el astrónomo jefe del Vaticano, el argentino José Gabriel Funes, sostuvo el pasado miércoles que no existe conflicto alguno entre la fe en Dios y la posibilidad de que exista vida inteligente en otros planetas, incluso más evolucionada que la humana. A esta afirmación se ha apresurado a responder la Iglesia ortodoxa, que, en boca de uno de sus expertos, ha negado absolutamente tal hipótesis.

Pero el reverendo Funes, jesuita de 45 años, responsable del observatorio del Vaticano y asesor científico del Papa Benedicto XVI, insiste: «En mi opinión, esta posibilidad existe». Estas manifestaciones fueron hechas públicas en «L'Osservatore Romano», periódico oficial de la Santa Sede, en una entrevista titulada «El extraterrestre es mi hermano».

La gran cantidad de galaxias con sus propios planetas hace posible que la vida se haya desarrollado en otro lugar, explica el religioso, que incluso acepta que tales seres pudieran ser similares a los humanos o incluso más evolucionados: «En un universo tan grande no puedes excluir esa hipótesis», declaró.

El observatorio del Vaticano que dirige Funes es uno de los institutos astronómicos más antiguos del mundo. Ya a fines del siglo XVIII, tres observatorios respaldados por el Vaticano estudiaban las estrellas desde Roma y en 1891 el Papa León XIII estableció formalmente el observatorio del Vaticano dentro del Vaticano, detrás del domo de San Pedro. En 1935, el crecimiento urbano de Roma hizo difícil la observación de las estrellas, así que Pío XI trasladó el observatorio al palacio de verano, al sur de la capital de Italia. Desde 1981, el principal lugar de observación ha sido el instituto de investigación del Vaticano en Tucson, Arizona.

El responsable de este centro astronómico dejó claro que aceptar la posibilidad de vida que se baraja «no se opone a nuestra fe porque no podemos poner límites a la libertad creativa de Dios», y se pregunta entonces «¿por qué no podemos hablar de un hermano extraterrestre?». Funes no duda en parafrasear a San Francisco para reforzar sus argumentos: si llamamos a las criaturas de la Tierra «hermano» y «hermana», también se puede «hablar de un "hermano extraterrestre", ya que formaría parte de la creación» y, con toda seguridad, gozaría de la misericordia de Dios. La explicación para Funes es sencilla: «Tal como hay multiplicidad de criaturas en la Tierra, puede haber otros seres inteligentes» y creer en ello «no pone en entredicho la fe en la creación, en la encarnación y en la redención».

El sacerdote, nacido en la ciudad argentina de Córdoba, afirmó que como astrónomo creía que la explicación más probable sobre el inicio del universo era el «big bang», la teoría que señala que se expandió desde materia densa hace casi 15.000 millones de años. Para él, esto no está en conflicto con la fe en Dios como creador. «Dios es el creador, hay un sentido en la creación, no somos los hijos de un accidente», comentó.

«Como astrónomo, sigo creyendo que Dios es el creador del Universo y que no somos el producto de algo casual, sino hijos de un buen creador que tiene un proyecto de amor en su mente para nosotros», concluye Funes en la entrevista.

Pero el retorno al cuestionamiento de la vida inteligente fuera de nuestro planeta no parece limitarse a la Santa Sede. La Iglesia ortodoxa no quiso perderse el debate y uno de sus teólogos se pronunció ayer, aunque en contra de tal hipótesis. «Desde el punto de vista de la teología ortodoxa, no hay fundamentos para hablar de la posible existencia de civilizaciones extraterrestres dotadas de intelecto», sostuvo el teólogo ortodoxo ruso Alexei Osipov, catedrático de la Academia Espiritual de Moscú.

Osipov respondió a las declaraciones del jesuita argentino mostrándose más conservador al recordar que ni el Nuevo Testamento ni ninguno de los numerosos santos de las iglesias cristianas hablan de posibles formas de vida extraterrestre. Adujo además razones científicas: «La astronomía moderna, que se adentra cada vez más en el Universo, todavía no ha encontrado ningún planeta en el que se pueda decir que hay una forma de vida similar a la de la Tierra».

A pesar de que Osipov acepta que la Iglesia ortodoxa rusa jamás ha estudiado el asunto para formular una actitud oficial al respecto, considera que «se trata de fenómenos de carácter astronómico y no espiritual», aunque recordó que hay teólogos ocupados por el problema de las civilizaciones extraterrestres, incluso en la teología ortodoxa hay quien admite, como el monje Seraphim Rose, «la existencia de espíritus que rodean la Tierra y que pueden influir en la vida de algunos hombres y en los procesos vitales». Pero el teólogo ruso considera que Rose «afirmaba que estos espíritus, al no poder ser considerados espíritus santos, es decir "ángeles", son lo que en el lenguaje eclesiástico se llama "demonios"».