Oviedo, E. G.

Un alumno de Medicina cuesta en España -hablamos de las universidades públicas, que son 26 de las 28 que funcionan actualmente- unos 10.000 euros al año. La matrícula que paga el alumno es poco más de 1.000 euros, que para muchas familias no es poco. Hay universidades privadas cuya matrícula anual en Medicina supera los seis mil euros. Y de ahí, para arriba. Los planes de las administraciones central y autonómicas pasan por crear varias facultades privadas.

Si en España funcionan tan pocas de carácter privado es sencillamente porque montar una Facultad de Medicina es muy caro. La de Oviedo, tipo medio, cuenta con una plantilla de 180 profesores, muchos de los cuales imparten docencia en otros centros universitarios como Biología, Química y Odontología. Los requisitos están marcados por la Unión Europea: un plan de estudios reconocido y un hospital adscrito o concertado, entre otras condiciones.

El decano de Medicina, Pedro Riera, plantea un caso: «Imaginemos que cualquier facultad privada, de las que cobran muchos miles de euros de matrícula a sus alumnos, se pone en contacto con el gerente de un hospital público, le ponga sobre la mesa mucho dinero para equipamiento hospitalario, pongamos por caso, y le proponga un concierto de prácticas hospitalarias. Y que después lleguemos nosotros y el gerente de ese hospital nos diga: pues sólo podemos admitir a treinta alumnos suyos porque ya lo tenemos cubierto con los alumnos de esta otra facultad, que, además, con lo que paga nos facilita el comprar un nuevo escáner».

«Tanta facultad resta calidad», se podía leer en alguno de los carteles de las últimas movilizaciones de alumnos de Medicina en Asturias. Faltan médicos, según y dónde, pero lo cierto es que un millar de los que hacen la especialidad se marchan todos los años de España. Se quedarían con mayores incentivos, y no sólo se reduce a cuestiones de bolsillo.