Oviedo, P. RUBIERA

Ciento veinte orquestas juveniles y sesenta infantiles componen la Fundación del Estado para el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela (FESNOJIV), creada por el maestro José Antonio Abreu en 1975. Desde ayer integran la nómina de premiados con el «Príncipe de Asturias» de las Artes. El jurado, presidido por José Lladó Fernández-Urrutia, valoró el éxito de un proyecto que ha logrado combinar «la máxima calidad artística y una profunda convicción ética aplicada a la mejora de la realidad social».

Convertido en un movimiento social y educativo para la difusión del arte, en el que participan más de quince mil profesores de distintas nacionalidades que han impartido clases a más de seiscientos mil jóvenes y niños de Venezuela, con especial atención a los de menos recursos económicos, la Fundación ha formado a directores e intérpretes del más alto nivel, «a partir de una confianza audaz en el valor educativo de la música para la dignidad del ser humano», señala el acta del jurado.

La candidatura, que ya figuró en la lista de aspirantes en ediciones anteriores, fue presentada por Fernando Masaveu, presidente de la Fundación Cristina Masaveu Peterson, y recibió destacados apoyos, entre ellos de anteriores galardonados como Jesús López Cobos, el Orfeón Donostiarra y Daniel Barenboim. También contó con el respaldo del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos. La necesidad de limar asperezas políticas entre España y Venezuela no se valoró entre los miembros del jurado, según declararon algunos de sus miembros.

Maximiano Valdés, maestro titular de la Sinfónica del Principado de Asturias y de la de Puerto Rico, y como él mismo recordó artífice desde 1977 del movimiento orquestal venezolano, no ocultaba ayer su emoción por lograr al fin -ya lo intentó el año pasado- el premio de las Artes para las orquestas. «El sistema de orquestas juveniles se ha convertido en un modelo en el mundo entero. Todo el jurado ha celebrado un premio que homenajea el florecimiento musical desde la base». Valdés cree que la juventud venezolana «nos ha enseñado que la música clásica es un arte vivo que representa la búsqueda de un ideal cualitativo que termina por entregar al mundo entero a jóvenes músicos de extraordinaria calidad».

«Es un movimiento profundo desde el punto de vista social, cultural y ético que da un ejemplo al mundo», subrayó Guillermo García-Alcalde, consejero delegado de Editorial Prensa Ibérica y compositor. «Es el premio más importante que podían tener, para mí sólo equiparable al Nobel de la Paz que quizá lleguen a tener», añadió el miembro del jurado, quien se declaró «muy feliz» por el galardón.