El cerebro tiene un reloj circadiano vinculado a la alimentación, según un informe publicado ayer en «Science», lo que podría ser la clave para superar los trastornos de sueño que generan los viajes de largo recorrido (jet lag) -mediante un ayuno de 16 horas- o los cambios de turno laborales. Según los investigadores del Centro Médico Beth Israel Deaconess (BIDMC) de Boston (EE UU), además del conocido reloj circadiano que se basa en la captación de la luz natural para regular el funcionamiento fisiológico basado en la luz natural, ese «reloj secundario» ayudaría a explicar la forma en que los animales adaptan sus biorritmos para no morir de hambre. Asimismo, su existencia sugiere que un cambio en las horas de alimentación podría ayudar a los seres humanos a superar los malestares que se generan con los cambios del huso horario por un viaje de larga distancia o los turnos laborales rotatorios. El sistema trabaja perfectamente cuando tiene alimento y la luz natural establece el biorritmo animal de acuerdo al ciclo del día y la noche.