Oviedo, Eduardo GARCÍA

«La primera mitad del siglo XXI, si es que no descarrilamos, tiene que ser por lógica la época histórica en la que el cáncer va a pasar de ser lo que hoy es a convertirse en un problema bajo control general». Lo dijo ayer en Oviedo el premio «Príncipe de Asturias» de Investigación Científica y Técnica 2004, el bioquímico catalán Joan Massagué, ante un auditorio entregado a la causa con mucha gente joven como corresponde al escenario: la Facultad de Medicina. Y a la gente joven Massagué apuntó directamente: «Estamos en la época dorada de la oncología, y la generación de los actuales estudiantes lo va a aprovechar. Cada año hay un nuevo avance significativo y se está produciendo un efecto de acumulación que en unos años podrá ser completado».

Massagué, director del programa de biología y genética del cáncer en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center, en Nueva York, aprovechó su nueva visita a Asturias para enviar un mensaje de optimismo, sin perder, no obstante, la perspectiva: «Sentir que dominamos el cáncer está siendo algo progresivo. Ese dominio no se va a producir el 23 de abril a las siete de la tarde, pongamos por caso. Estamos acostumbrados a entrar en una tienda de móviles y ver cómo cambian los modelos constantemente. Gozamos del avance tecnológico como un niño en una pastelería. En la lucha contra el cáncer la producción de este avance es más lenta».

Massagué tuvo por la mañana un encuentro con los periodistas. Más tarde, la conferencia ante unas 400 personas y con su amigo Carlos López Otín ejerciendo de presentador. Y tras el almuerzo, otro encuentro muy activo con becarios de la Universidad de Oviedo. Su conferencia no fue fácil para el público menos entendido, pero sí amena gracias a las dotes de comunicación de este hacedor de metáforas que habla de células terroristas, de echar las redes en los caladeros de genes, de la Liga de Fútbol y de la minería genética.

Quedan aún muchos retos por conquistar. Uno de ellos, la mejora de los medicamentos: «Hay que desarrollar fármacos menos burdos que los actuales, que afinen mejor a la diana contra la que han sido diseñados, para que sean muy eficaces en su objetivo y muy poco tóxicos para todo lo demás». Se trata -dijo- de curar más y curar mejor. «Hoy en día tienen que pasar 14 o 15 años desde el descubrimiento en el laboratorio hasta que sale el medicamento, pero tenemos que ser capaces de bajar esa obligada espera», y además respondiendo al cáncer con sus mismas armas: «Es el resultado de varias mutaciones en una misma célula. Ahora tenemos la posibilidad de nuevas aplicaciones combinando medicamentos. Así que contra la combinación de mutaciones hay que combatir con combinación de fármacos».

Hay -añadió- unos 300 tipos de cánceres. Del de mama se puede encontrar docena y media de variables. «Son distintos por el tipo de célula o por la acumulación de mutaciones, entre otros factores. Esto nos conduce a tratamientos personalizados». El ser humano es un ecosistema complejo «y ya sabemos que cuanto más complicada es la lavadora, más posibilidades tiene de que se estropee. Esto pasa también con la biología», señaló el científico, centrado desde hace años en el estudio de los procesos celulares que conducen a la metástasis, es decir, a la invasión de las células cancerígenas en órganos vitales. Una investigación apasionante, definida por el bioquímico López Otín, en la presentación, con el símil de «viaje al centro de la célula».

«Sabemos desde hace más de un siglo qué es la metástasis», explicó el científico catalán, «pero todavía no sabemos todo lo que sucede para que unas determinadas células se salten todas las barreras, logren resistir en entornos hostiles de nuestro cuerpo y sean capaces de alterar ese entorno a su favor, formando colonias agresivas».

Massagué había comenzado su intervención con una frase que abre mil puertas a la esperanza: «Hemos entrado en la fase de conquista definitiva de la enfermedad». Llegará el día -añadió- que el cáncer sea como las enfermedades infecciosas o cardiovasculares. Ya no estamos en las catacumbas, aunque aún quede mucho por hacer».

Del camino por recorrer dan buena cuenta algunos datos: el cáncer sigue siendo la primera causa de mortalidad en España, con 95.000 muertes al año. En Europa, los tratamientos contra esta enfermedad suponen un gasto superior a los 60.000 millones de euros anuales. Pero de los logros también hay que hablar con estadísticas en la mano. «Se cura o se controla la mitad de todos los cánceres. Hay algunos, como el testicular, que eran mortales hace unas pocas décadas y que hoy se curan con un medicamento, incluso cuando ha invadido el cerebro. Que se lo pregunten al ciclista que ha ganado siete Tours de Francia seguidos», en referencia al norteamericano Lance Armstrong.

Se refirió también a la leucemia mieloide crónica (CML), un tipo de cáncer ya perfectamente controlado. «De la noche a la mañana -había explicado Massagué a los medios de comunicación-, algunos cánceres pasan de ser literalmente incurables a perfectamente curables, siempre y cuando el paciente no se olvide de tomar su pastilla diaria». Pero «no podemos esperar que todo sea tan sencillo como esto». Hay células que operan como un ladrón, otras como un terrorista, como un arma blanca o como dinamita. «Tienen en común que son células delincuentes», aseguró Massagué, pero operan de forma distinta. De ahí la dificultad de entenderlas y, por tanto, de controlarlas.

Durante la conferencia, enmarcada en el ciclo que conmemora los 40 años de la Facultad de Medicina, hubo tiempo para echar un vistazo a las estadísticas, con el cáncer de pulmón disparado desde hace tiempo en los hombres y con una mortalidad ya por debajo del cincuenta por ciento. En los Estados Unidos, donde la mujer comenzó a fumar masivamente a partir de los años cuarenta, mortalidad masculina y femenina están a la par. Junto a Massagué y López Otín estuvieron presentes el rector, Vicente Gotor, y el decano de Medicina, Pedro Riera.