Oviedo, Diana DÍAZ

El nombre de Javier Perianes (Huelva, 1978), se ha solidificado en el panorama pianístico nacional e internacional. El intérprete vuelve a Asturias tras el Festival «Ciudad Oviedo» del pasado agosto. Perianes sigue sumando directores y orquestas con las que comparte tablas. Ahora junto a la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA). Entre sus próximos compromisos está una nueva grabación con «Harmonía Mundi», y conciertos con la Orquesta del Capitolio de Toulouse y la Filarmónica de Hong Kong; en salas como el Konzerthaus y festivales como el de La Roque D'Anthéron, donde tocará los conciertos de Beethoven con la Orquesta de Córdoba.

-Sorprendía sobre los escenarios con poco más de veinte años ¿Qué balance hace de esta última década?

-Han sido diez años de avance profesional y personal; ambas son dos caras de la misma moneda. Pero sigo siendo ese veinteañero inquieto con necesidad de investigar y descubrir cosas.

-La crítica le asocia calificativos como «rigor interpretativo». ¿Es difícil mantener la fidelidad estética al tiempo que se espera personalidad en el intérprete?

-El intérprete tiene la responsabilidad de mediar entre compositor y público. Pero la palabra clave es «interpretar», lo que supone un filtro subjetivo y emocional. Mahler decía que «lo esencial está debajo de las notas». Hay un margen de libertad que no está en oposición con el autor. Incluso, hay compositores que han afirmado que la obra, una vez concebida, pertenece al público y al intérprete.

-¿Es mejor huir de encasillamientos en un repertorio pianístico concreto?

-Entiendo que haya maestros que se sientan cómodos en un repertorio y prefieran bucear en él. En mi caso, sería temerario especializarme, dada mi juventud. Es el momento de investigar en diversas direcciones.

-Los jóvenes pianistas que acaban de terminar sus estudios se preguntan cómo arrancar su carrera solística.

-Hace un par de décadas, los concursos internacionales resolvían una lluvia de contratos. Ahora, los concursos han proliferado de tal modo que no implican garantías profesionales. En mi caso, además del trabajo ha actuado la suerte, topándome con las personas adecuadas. El pianista ha de medir bien cada paso y dejarse aconsejar por la gente experimentada. El piano ofrece unas posibilidades musicales riquísimas, e infinitas en la música de cámara y como acompañante. Pero también es un instrumento especialmente duro y solitario, que empiezas a desarrollar de pequeño, casi de manera inconsciente.

-¿Cómo respira el mundo del piano en España?

-Hay más pianistas que nunca dispuestos a saltar al ruedo. Por ejemplo, en Asturias, la generación actual de intérpretes, como Carmen Yepes, a quien admiro y aprecio. El problema es el mercado musical, que ofrece pocas oportunidades a los jóvenes intérpretes españoles -no sólo pianistas-, que compiten con gran demanda de presencia internacional. La gran red orquestal que hay en España y el ingente número de compositores han de servir para promocionar el piano. Los grandes ciclos de piano, como el «Scherzo» de Madrid o las Jornadas de Oviedo, tienen gran respuesta por parte del público. Pero es el momento de que se faciliten ciclos y entradas a la gente joven, para impulsarlos hacia la música y asegurar carreras musicales.

teatro Jovellanos de Gijón, esta tarde, a las 20.30 horas. Mañana, a las 20.00 horas, en el auditorio Príncipe Felipe de Oviedo.

Programa: «Concierto para piano Op. 15, n.º 1» y «Sinfonía Op. 73, n.º 2», ambas de Brahms.

Director: Antoni Wit, director artístico de la Filarmónica de Varsovia y de la Orquesta y Coro Nacional de Polonia. También imparte Dirección en la Academia Chopin de Varsovia.